domingo, 14 de julio de 2013

Señor Presidente

Comparto esta carta de un padre y esposo golpeado por la violencia.

“Hace un mes, la madre de mis hijos se convirtió en estadística al ser asesinada dentro de esta vorágine de violencia que azota al país. Madre, abuela, hija, profesional. Desapareció de repente de la vida de quienes la amaban.

No puedo culparlo a usted por esa muerte en particular. Pero como parte de este país que se desangra y que con esa sangre mancha las pancartas con su puño elevado y con la promesa de mano dura contra la delincuencia, si lo señalo a usted y a su gobierno. No se ufane en señalar si los asesinatos han disminuido o aumentado. Para mis hijos la muerte de su madre es toda la estadística que necesitan para clamar justicia y reclamarle a usted por tanta ineptitud.

Es espantoso que nadie esté ya seguro en ninguna parte, a ninguna hora. Hay balaceras a plena luz del día, en cualquier zona y lugar. Y atacan no solo a civiles y ciudadanos desarmados. Es tanta la magnitud de la inseguridad que se vive, que hasta las fuerzas de seguridad son atacadas con total impunidad y con total eficacia.

Usted, así como haraganes diputados y los presidentes de los otros poderes del Estado, viajan protegidos en carros blindados y viven rodeados por todo un cuerpo de seguridad. Se protegen con el dinero que pagamos los contribuyentes. Dinero que pagamos para nuestra protección, no para la suya.

Usted ha gastado dinero en hacerle publicidad a un gobierno que hasta ahora se muestra ineficaz. Todo ese dinero en carros, seguridad y publicidad llora la sangre de las victimas que no pudieron contar con protección; esa protección de la que su familia goza.

Déjeme darle otro ejemplo de su incongruencia. Usted, abusivamente, se permitió el lujo de amenazar a médicos que detienen sus labores exigiendo que les proporcione insumos a los hospitales. Usted gana mucho más que cualquiera de esos médicos que cada día, salvan vidas. Médicos que hacen turnos interminables, desvelados y cansados, mientras usted duerme cómodamente en el lujo de su posición. Los acusó diciendo que no han cumplido con el trabajo para el cual les pagan. Pues bien, el pueblo de Guatemala debe levantarle a usted un acta y debe despedirlo por no cumplir con su trabajo. Es indignante que mis hijos no tengan a su madre y que usted trate de demostrar su fuerza contra un grupo de médicos, cuando no ha podido hacerlo con los delincuentes que la asesinaron.

Señor Presidente, mis hijos le levantan un acta por no cumplir con su trabajo. Y por cada lágrima que mis hijos han derramado y que me ha desgarrado el alma, lo señalo a usted, y a su demagogia, como responsables.

No ha de ser fácil estar en sus zapatos. Pero usted se los puso. Le exijo que detenga esta carnicería. Le exijo que se levante cada día con la imagen de mis hijos llorando por su madre y que haga algo para que no existan más hijos, o más madres o más nietos, llorando por esta violencia que, sin importar lo que digan sus estadísticas, afecta ya a cada familia de alguna manera. Haga algo, Señor Presidente. Basta ya de palabras y promesas. Basta ya de demagogia.”

David Mendizábal - Ced A-1 26900-DPI 1665 03592 0101
(Publicado el 18/02/2013)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tus comentarios son como una luz en el camino, me agradaría mucho que los compartieras en este espacio.