domingo, 14 de julio de 2013

Poquito a poco

El entumecimiento va ganando terreno hasta la insensibilidad total.

La semana termina y nos deja con la sensación ya instalada de que las cosas van de mal en peor. Es como si de pronto nos hubiéramos dado cuenta de la profunda brecha que nos separa de esas sociedades abiertas, democráticas y seguras en donde las personas tienen un lugar determinado y gozan de ciertos privilegios, como el de ser escuchadas.

La voz de los ciudadanos es importante. Se podría afirmar sin temor a exagerar que constituye uno de los factores fundamentales para el equilibrio institucional, para el funcionamiento óptimo de un sistema democrático; pero, sobre todo, para la fiscalización y el control de los gobiernos. El problema es que estamos algo afónicos o no hemos sabido desarrollar el recurso. O quizás nos atrofiaron las cuerdas vocales hace años a punta de amenazas, dictaduras y golpes de Estado y entonces hemos decidido que es más saludable aguantar en silencio.

Lo que esto provoca es una insensibilización progresiva, un entumecimiento que poquito a poco nos va quitando las ganas de participar, pero también el entusiasmo de vivir. Es el ingrediente ideal para dejar en manos de otros más listos aquellas decisiones que podrían definir un rumbo directo hacia el desarrollo y entonces no perdernos más en este laberinto de calles mal trazadas y callejones sin salida en donde estamos miserablemente atrapados.

Dicen algunos que la cosa no va tan mal, que Guatemala tiene buenos indicadores macroeconómicos y hay inversionistas europeos interesados en realizar grandes proyectos. Ese es el camino correcto, afirman. Dejar que vengan, inviertan y se lo lleven todo porque para eso los invitaron. Pero como no tenemos voz y no conocemos los detalles, dejamos esas importantes decisiones en manos de quienes firman los contratos, confiando en su vaga promesa de buscar lo mejor para el país.

No solo estamos mudos, también somos ingenuos. Permitimos el engaño porque no escudriñamos lo suficiente en los recovecos de la administración ni conocemos a fondo las iniciativas de ley. Dejamos que otros las discutan mientras nosotros soñamos con las vacaciones de semana santa. Sabemos, por supuesto, cuáles son las deficiencias de los legisladores pero tampoco los conocemos a todos. De hecho, si mucho nos sonarán conocidos una media docena de nombres. De los demás no tenemos idea a pesar de que deciden por nosotros en asuntos tan importantes como la elaboración de nuevas leyes y la fiscalización del gasto público.

Poco nos falta para convertir al país en una dictadura, pero desde el lado de la ciudadanía. Es decir, una especie de golpe al revés. Como no queremos alzar la voz, nos vamos quedando en la sombra sin participación alguna y entregamos a los grupos económicos y políticos todo el poder de decidir sobre nuestro futuro. Es cómodo, sí, pero muy inconveniente. Por ello, del modo como fuimos entrando poquito a poco en la afonía, así también salgamos de ella porque es el único camino para forzar un cambio profundo, dar un golpe de timón en la dirección correcta y salvar muchas vidas inocentes, hoy perdidas por causa de una violencia que nadie ha podido controlar.
(Publicado el 16/02/2013)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tus comentarios son como una luz en el camino, me agradaría mucho que los compartieras en este espacio.