sábado, 6 de agosto de 2011

Los kids de Nancy McGirr

Publicado el 06/08/2011

Hace 20 años, una reportera gráfica creyó en la remota posibilidad del cambio.
Visitar el basurero municipal de la capital guatemalteca no es ningún plan turístico. Allí se acumulan los gases tóxicos de la basura en descomposición sobre el desolador paisaje de los guajeros disputándose sus hallazgos con los buitres. En medio de ese entorno nacen y viven muchas niñas y niños que no conocen otra forma de existencia.

Allí fue donde Nancy McGirr, reportera gráfica de Reuters, a quien le tocó cubrir la guerra en Centro América, encontró la fuente de inspiración para Fotokids, uno de los proyectos más enriquecedores que se han creado para la población infantil en situación de riesgo. Iniciado con un grupo de seis infantes entre 5 y 12 años de edad a quienes ella les entregó cámaras fotográficas para que registraran sus propios entornos familiares, el proyecto se convirtió con los años en una de las iniciativas más exitosas de la región para rescatar a la población infantil y ofrecerle una oportunidad de desarrollo a través de un medio tan original como inesperado.

El talento y la determinación, como demostró la iniciativa de McGirr, no dependen del nivel socio económico ni del bagaje cultural. Son cualidades innatas y sólo es cuestión de crear las condiciones favorables para que florezcan en donde menos se sospecha. Cuando Nancy McGirr vio las fotografías tomadas por los niños pioneros de este proyecto innovador, comprendió que ahí estaba el factor del cambio y concentró todos sus esfuerzos en convertirlo en un proyecto de largo plazo.

Hoy Fotokids no solo llegó a su vigésimo aniversario, sino además viene con resultados concretos y medibles. Cientos de niñas y niños beneficiados con el trabajo de documentación del mundo que les rodea y dueños de un lugar propio, digno y bien ganado en este mundo, ha sido uno de los logros fundamentales a lo largo de dos décadas. Este año, seis comunidades se han beneficiado con esta iniciativa que mantiene a la niñez alejada de las pandillas y enfocada en su desarrollo y el de sus familias, a partir de una idea brillante de bajo costo y enormes proyecciones.

Para celebrar este aniversario emblemático, Fotokids exhibe sus fotos y cuenta su historia. Pero esa historia está trenzada con la vida misma de sus jóvenes protagonistas, en quienes recae todo el peso de la obra. Escenas cotidianas de una fuerza expresiva excepcional, un tratamiento gráfico y estético carente de concesiones, testimonio de la pobreza que los rodea, y una mirada íntima a los personajes, se convierte, en esta muestra, en una importante denuncia social que no debemos ignorar.

Fotokids es un ejemplo de lo que se puede lograr si hay voluntad para hacerlo. Guatemala, no debemos olvidarlo, tiene cerca de 6 millones de niñas y niños menores de 14 años, de los cuales por lo menos 4 millones viven en pobreza extrema, esperando una oportunidad.

domingo, 31 de julio de 2011

Recibí una carta...

...que quiero compartir con ustedes. Es de la doctora Karin Codoñer y su manera de describir su Guatemala es un retrato del proceso de degradación que ha sufrido este hermoso país durante los últimos 30 o más años. Es una visión muy personal de una mujer como miles, con una familia y un entorno social con el cual muchos se sentirán identificados. Quizás su percepción no coincida con la de todos, pero es eso: su propia percepción. Los dejo con ella:


Cómo es Guatemala
La Guatemala en la que nací, era una casa con patio enorme, llena de primos con quien jugar, una prima que me pellizcaba, un hermano que me daba tirones de pelo, dos hermanos mayores a quienes perseguir para que jugaran conmigo y buenos recuerdos en blanco y negro, a los que solo le importaban la piñata de colores del cumpleaños o los helados con barquillo.
La Guatemala en la que fui una pequeña niña me daba un Universo de esperanza y en mis ojos inocentes me permitía creer, cuando jugaba trastecitos, que algún día tendría mi propia familia y ¿por qué no? mi propio negocio.
La Guatemala en la que estudié mis primeros años, me permitió correr con botas de hule entre los charcos de agua, regresando a pie del colegio. Si, también jugué con barquitos de papel con mi hermano, viendo ese barco lleno de ilusiones irse por el tragante como presagio de lo que como adultos nos tocaría vivir. Un grito de mi abuela nos regresaba a la realidad y después de la regañada por el uniforme mojado, éramos obligados a bañar nuestra alegría con reconfortante agua caliente y después de “una buena bañada”, según mi abuela, salir a tomar tremendo vaso de leche con café y sentir en cada espacio de la membrana olfatoria, aquel olor a tierra mojada, limpia como nuestras esperanzas.
La Guatemala en la que fui niña, me permitió recorrer en bicicleta “californiana” las calles y cuando estábamos cansados, siempre con mi hermano y compinche, detenernos en la tienda de la callecita a tomarnos medio litro de leche. La leche tan blanca como la inocencia que llenaba nuestras pequeñas almas. La Guatemala en la que crecí fue el aserrín con colores del Nacimiento, ir a jugar a las Posadas mientras las señoras rezaban y tener la felicidad de ver salir el sol en Navidad, jugando con nuestros amigos de la cuadra porque sabíamos que “nuestra calle” era  un lugar seguro.
La Guatemala en la que se estaba terminando mi niñez, escuchaba por radio que la gente se moría, y salió a recibir con gracia una lluvia de papeles que caían desde una avioneta que preocupaba a los adultos pero que para nosotros era un reto llevar a escondidas un trozo de “propaganda” a casa. Esa Guatemala me despertó y me arrebató mi niñez un día, porque entre la gente que moría, quedaba asesinado mi padre, con más de  25 balazos, más aún que los que perforaron a Facundo Cabral. No, no era un cantautor renombrado, pero si era esposo, hijo, hermano y padre de cuatro hijos. Español de origen, adoptado verdadero de Guatemala porque fue de sus primeros hijos en traer una Medalla Olímpica…había sido Míster Guatemala, pero la Guatemala en donde crecí no tiene memoria.
Aún así, la Guatemala en la que me hice adolescente, me permitió ir a la Universidad en camioneta (bus), estudiar sin que me robaran y tratando de reparar con la aguja y el hilo de la fuerza y el coraje, la orfandad que no pedí. Buscar hacer las cosas bien, porque mi país crecía.
En esa Guatemala, fuimos a la sexta y tomamos horchata en el “Café París” o nos compraron botellitas de miel para endulzarnos el alma nuestras abuelas. En esa Guatemala mi mamá y mi abuela trabajaron hasta muy tarde, para sacar adelante a los “cuatro talentos” que todo el mundo decía que éramos. En ese momento, el talento nos servía para patinar en cuatro ruedas por toda la avenida, recogiendo amigos en cada casa, sin más temor que darnos un buen “sentón”.
En la Guatemala en la que crecí, murieron muchos guerrilleros y soldados, como nosotros no éramos ni el uno ni el otro, pudimos jugar en la calle, ir al cine de noche, visitar sagrarios en Semana Santa y por supuesto, ya jovencitos hacer alfombras de aserrín hasta que el sol nos recordó la hora que era pero “eran para el Papa y éramos patojos del Movimiento Católico”, así que la noche y la madrugada nos acogió en una Guatemala sin detonaciones a lo lejos.
En la Guatemala que me hice joven, un cadáver en la calle era inconcebible y si llegaba a aparecer, era noticia durante varias semanas y claro, era la Guatemala de los dictadores y así como mataron ideales, también crearon los tribunales en los que una capucha negra cubría la “seguridad” del juez y se fusilaron muchos hombres por asaltantes, asesinos y violadores. ¿El inicio de la impunidad? Dejo el alegato para los políticos, pero a mí no me asaltaron en la calle, cada quién saque sus propias conclusiones.
Han pasado muchos años, y la Guatemala de mi adultez, fue la de los Acuerdos de Paz, la “era de Gloria” venía para Guatemala. Se convirtió en la Guatemala sin bases militares, con Magistrados de “Conciencia” (¿Quién carajos les dio ese nombre?) y por supuesto  Tribunal Supremo Electoral y  para que se queden con la boca abierta: ¡Una Corte de Constitucionalidad! Y Guatemala entró en la era “democrática”, pujante y moderna…A finales del Siglo XX.
La Guatemala en la que eduqué a mis hijos, se ha desensibilizado. Un cadáver no es noticia porque hay 20 diarios. Asesinan a un político, a un empresario importante y se mueven los Comités de Ciudadanos por un mes hasta la próxima Copa de futbol. Claro, se decapita a 20 personas, pero “como son campesinos”, no son noticia ni le da vergüenza a la nación como el día de hoy. Esos padres fueron decapitados en frente de sus hijos y es aberrante que no haya sensibilidad ante eso, pero los narcotraficantes, financistas de campañas, ya hicieron de la frontera su territorio y se nos ha olvidado cantar con el alma:” Si mañana tu suelo sagrado lo amenaza invasión extranjera, libre al viento tu hermosa bandera a vencer o a morir llamará”… Y ¿Cómo lo vamos a cantar con el alma si ya no se les enseña a los niños?
Hoy tenemos la terrible vergüenza de haber sido el último cielo que vieron los ojos de un trovador de la paz extranjero, que solo nos trajo amor en sus canciones y nos hacía temblar con sus frases con acento gaucho, y lo más difícil de todo es que es la Guatemala que no va a hacer nada porque está en manos de los anencéfalos políticos de mi generación.
Guatemala no somos los asesinos cobardes, iletrados haraganes, que ven más fácil ganarse el pan con una pistola que estudiando en la Universidad que tiene un costo de menos de 300 quetzales al año. No somos los políticos farsantes que quieren dirigir nuestra seguridad mientras tienen a su familia viviendo en Miami. No somos los oportunistas muertos de hambre que nunca en su vida pudieron comprar una horchata por su trabajo y ahora desperdician en esas bocas incultas que solo saben ordenar muerte, un Ribera del Duero. No somos el discursito ni la demagogia, no somos los más ricos a quienes no les importa a quién asesinen porque están exentos de impuestos y se trasladan en helicóptero.
Guatemala es una serie de personas buenas, educadas, trabajadoras, que están educando a sus hijos con el temor de no verlos regresar un día. Si, en este país hay gente buena pero no para pelearse por un estúpido dominio de losbuenosomosmas.com. O querer poner cómo marca registrada de un partido el lema “Dios, Patria y Libertad” (Me da vergüenza ajena tanta ignorancia, disculpen hermanos dominicanos). Habemos gente buena y valerosa que estamos de rodillas y que estamos siendo llevados como “corderos al matadero”, sin pronunciarnos ante tanta impunidad.
La Guatemala en la que me eduqué, me enseño a declarar mi sentimiento de impotencia y en heredarles a mis hijos la educación necesaria para que no sean corderos.
Así como yo, somos miles, sometidos por una minoría. Una minoría que está estafando los sueños de mis hijos y los suyos. Que les está robando la inocencia y enseñándoles que un cadáver en el asfalto en un estorbo para el tráfico. ¡Tengo un nudo en la garganta, un Cancerbero en el alma y un trombo en el corazón!
No conozco  políticos. Si sé que en el Facebook de uno de los candidatos a la Presidencia,  escribí que le hacía gratis un Plan De Marketing Estratégico para llegarle al corazón de los votantes y cambiar el destino del país, y un Plan para sacar a la niñez de las calles porque en un semáforo se nos acercaron, son pequeñas sombras, más sombras que niños y mi hijo de 16 años me dijo ¿Mama qué puede hacer uno para qué esto no pase? Y me da vergüenza que él me mire no hacer nada  y los brillantes asesores, que abren esas páginas para “comunicarse con el pueblo, no leen los comentarios, ni para darles un “like”.
Escribo porque la prosa es mi desahogo y porque en mi red hay extranjeros (Perdón de corazón amigos argentinos) y queridos amigos: Guatemala no es solamente la barbarie que han visto en este día aciago en las noticias. Yo por mi parte voy a defender a mi familia. Les enseño a mis hijos que morir asesinado no es la norma, que deben educarse y ¿Porqué no? Su generación rescatar al país de las calles bañadas con sangre y  rescatar  el cielo azul que vieron los ojos de Facundo Cabral por última vez…Es tu enseña pedazo de cielo en que prende una nube su albura, y ¡ay! de aquel que con ciega locura sus colores pretenda manchar. Pues tus hijos valientes y altivos, que veneran la paz cual presea, nunca esquivan la ruda pelea si defienden su tierra y su hogar”.
Karin Codoñer





Los monstruos interiores

Publicado el 30/07/2011

El debate ideológico debería prevalecer por encima de insultos y descalificaciones. 
Esta campaña proselitista se ha caracterizado por el machismo, el fundamentalismo religioso, la descalificación, el insulto racista y una agresividad enfocada en las diferencias entre uno y otro contendiente. En lugar de haberse convertido en un foro multiétnico, multicultural, pluralista e incluyente, es una arena en donde se hace gala de la peor batería de ofensas.

Sin embargo, hay una persona que se ha llevado la peor parte en este intercambio de malas vibras. Ella es Sandra Torres, candidata por el partido oficial, en quien se ha concentrado un inusual torrente de insultos en la escala completa de tonos, desde lo más ofensivo y sexista hasta el comentario velado destinado a destacar su extracción de clase popular como uno de sus peores defectos.

Es indudable que la señora Torres ha cometido casi todos los errores del catálogo: ha actuado con arrogancia, ha intentado concentrar el poder del Ejecutivo sin tener las credenciales para ello, ha demostrado inconsistencia entre su discurso y su actuar al rebajar los valores familiares a un asunto de conveniencia política y, aun divorciada del actual Presidente, utiliza los recursos del Estado en su campaña proselitista.

Por otro lado, ha demostrado mucha más capacidad intelectual y de trabajo que su ex marido, ha implementado programas interesantes que han tenido éxito en otros países del continente y ha sabido rodearse de un puñado de incondicionales, habilidad que la mayoría de sus colegas políticos envidian en silencio.

Es decir, son muchos los argumentos de peso que podrían dar a sus oponentes las herramientas para combatirla con armas más inteligentes. Sin embargo, el recurso del insulto parece haber tenido más arraigo entre los partidarios de otras opciones. La han llamado de todo, desde prostituta hasta arrimada, shuma y ordinaria. En ningún momento se ha visto un giro en esta degradante manera de oponerse a sus ambiciones, que no sea con epítetos ofensivos. Y esto, de algún modo, ha marcado el tono de la campaña retratando a una buena parte de la ciudadanía urbana y de clase media como una masa inculta, incapaz de entablar un debate de altura.

En el fondo, parece ser que el fantasma de la Navidad pasada tendría mucho trabajo si se pusiera a recordar a quienes alebrestan a sus huestes sobre sus propias fallas, errores, violaciones a la ley y otras minucias que podrían ponerlos en su lugar. Toda sociedad tiene sus fallas, pero aquí el deporte nacional parece ser escupir al cielo y esperar a que caiga en el terreno del vecino. Los ataques en contra de Sandra Torres deben evolucionar hacia una oposición racional, meditada e inteligente. Al final de cuentas, si participa o no, es algo que no se va a dilucidar con la lapidación verbal, recurso nada constructivo en una sociedad democrática.

De versos y de luces

Publicado el 25/07/2011

Entre la injusticia, la impunidad y la corrupción, un rayo de luz.
Entró erguida y segura con su melena negra, la sonrisa en los labios y la mirada alerta. Es una tarde en la Feria del Libro para presentar Fragile come l’Amore, traducción al italiano del más reciente poemario de Luz Méndez De la Vega, una de las literatas más asombrosas del firmamento cultural hispanohablante.

El poemario está dedicado a Pablo Neruda y me habían pedido –quizás también por ser chilena- hablar sobre el lado feminista de Luz. Tras pensar en la tarea y revisar su extensa hoja de vida, decidí comenzar con un trozo de su monólogo Aquel vestido de terciopelo y encaje cuyo contenido es hoy tan actual como cuando ella lo vivió:

“Y así, empezó a asfixiarme la corona de la virtud y del pecado. Sobre todo cuando las tías influyeron en mamá, para que me enviara a un colegio de monjas. Fue esa la prisión más dura que una niña puede soportar. Porque yo de apenas nueve años, estaba enteramente en sus manos.(...) en sus castigos de encierro a oscuras en un cuarto, con miedo a ratas y arañas.(...) a sólo pan y agua y sin que mis compañeras tuvieran permiso de hablarme.”

¿Sería entonces cuando Luz se volvió feminisa, libertaria y defensora de los derechos humanos o simplemente traía el gen? Difícil saberlo, sobre todo desde la perspectiva actual de su obra poética, una de las joyas brillantes de la literatura guatemalteca.

Luz ha escrito mucho y lo ha hecho bien. Ha trazado una ruta coherente, dibujando la línea de su pensamiento de manera magistral, y lo ha hecho con palabras. Algunas veces en versos y otras en una prosa sugerente y bien estructurada, pero también en artículos de opinión y en sus cátedras, desde los cuales ha mantenido la posición definida de su espíritu rebelde y combativo. A lo largo de su carrera, han sido su convicción feminista y su sensibilidad humana las piedras angulares de su actitud frente a la vida.

Independiente a secas. Ni mucho ni poco, simplemente con la independencia como un valor absoluto, Luz Méndez De la Vega ha demostrado su enorme valor al enfrentar con esa espada en mano y amparada tras el escudo de su intelecto, un mundo lleno de recelos y plagado de prejuicios sexistas, en una época y un país poco proclives a reconocer los derechos de la mujer.

Ser feminista en Guatemala a mediados del siglo pasado no estaba de moda. De hecho, debió verse como una violación a las normas sociales y, peor aún, morales de la época. Lo que hoy consideramos derechos, en esos tiempos eran trasgresiones y Luz desafió de frente a una sociedad pacata y represiva.

Tal como afirmé el año pasado en un acto similar, no debemos voltear la página sin subrayar la trascendencia de la vida, la obra, la relevancia del legado y la profundidad de la huella de Luz en este mundo de tantas contradicciones.

¿Cómo decía? Impuni...¿qué?

Publicado el 23/07/2011

La experiencia de los ciudadanos es más determinante que la sensibilidad de los jueces.
Los jueces cometieron un error de cálculo al reaccionar con el hígado a los señalamientos del titular de la Cicig respecto de la corrupción en el sistema de justicia, una de las principales causas del debilitamiento del estado de Derecho en Guatemala.

Dall’Anese no tuvo que mover ni un dedo para recibir una avalancha de muestras de respaldo. En este escabroso tema, no solo las organizaciones civiles, también los ciudadanos comunes tienen suficientes evidencias de vicios y actos anómalos en los procesos como para unir su voz en la demanda de depuración del organismo judicial.

La trascendencia de los casos que se ventilan en los tribunales, entre los cuales están algunos de los de mayor impacto, amerita un tratamiento serio de las dudas generales respecto de la imparcialidad de las sentencias y la honorabilidad de los funcionarios a cargo. Para nadie es un secreto la manera como se conducen algunos profesionales del Derecho cuando acuden a la torre de tribunales: se quitan el Rolex y lo introducen en el bolsillo para no arriesgarse a perderlo o, en el mejor de los casos, para usarlo en la negociación de ciertos privilegios. Y no es un tema oculto sino, aún peor, es motivo de broma entre colegas.

En este escenario, es evidente que quienes ejercen su profesión de manera recta y dentro del marco de la ley, están en enorme desventaja. Y lo mismo aplica a jueces cuyo comportamiento es transparente y apegado a las normas jurídicas, por encontrarse rodeados de una cadena de actos irregulares que desvirtúan su propio actuar. Por lo tanto, no se trata de despotricar contra los señalamientos de un funcionario internacional cuyo mandato es, precisamente, desarticular los mecanismos de la impunidad, sino sumarse a los esfuerzos por acabar con este estado de cosas y consolidar el imperio de la ley.

En las condiciones actuales de impunidad –recuerden, señores jueces, que se eleva a más del 85 por ciento de los casos- es muy fácil señalar a otros. Pero ese es el camino más directo hacia el estancamiento y la pérdida de terreno frente a organizaciones criminales muy eficaces en el trabajo de socavar los cimientos de la Nación.

Si lo que necesita esta joven democracia es reforzar su estado de Derecho, el primer paso es depurar el sistema de administración de justicia en todas sus instancias. Para ello, no se trata solamente de revisar expedientes y señalar a determinados jueces, sino también reestructurar a la Policía Nacional Civil, capacitar y dar apoyo logístico a los fiscales del Ministerio Público y de ese modo facilitar la impartición de justicia sobre bases más sólidas. Las expresiones destempladas y las demostraciones de honor mancillado están, en este contexto, completamente demás.

Hace cuatro años, tal como hoy

Publiqué esta columna en agosto de 2007, para la campaña pasada, y sigue siendo actual. Por lo general, detesto volver sobre temas ya publicados, pero esto resulta muy interesante:


El quinto patio

Niños y candidatos

Otro eslabón de una interminable cadena de políticos ávidos de alimentar sus ambiciones con las terribles carencias de la gente. 

Hay temas que jamás se tocan en una campaña y otros que, si los políticos tuvieran una pizca de vergüenza, jamás deberían abordar si no tienen la voluntad de trabajar en ellos una vez asumido el cargo. Uno de éstos es el de la infraestructura escolar y de salud.

Apenas ayer, escondido entre cientos de mensajes-basura que entran a mi correo electrónico, llegó uno que reproducía noticias del interior del país. En él se menciona específicamente el lamentable estado de algunas escuelas como la de San Juan Atitán, Huehuetenango, la cual se encuentra a punto de colapsar por el deterioro ocasionado por las lluvias, más una falla en el terreno donde se encuentra. De ahí, dicen, evacuaron a más de 500 alumnos.

Y continúa la nota describiendo el desastre de otros establecimientos escolares a punto de hundirse bajo el peso de sus paredes húmedas, sus grietas nunca reparadas, la desidia de los gobiernos que se alternan en el poder que sólo dan más a quienes más tienen, olvidando que el piso se les hundirá –igual que las escuelas- por la peligrosa presión de la injusticia social.

Los candidatos no parecen darse cuenta del impacto negativo que causa su actitud triunfalista, sus besos en las mejillas de niños hambrientos, las palmadas en la espalda de los caciques de pueblo y sus caminatas blindadas de guardaespaldas armados hasta los dientes, mientras se caen las escuelas.

Todos los presidentes de los últimos veinte años han pasado por lo mismo y ninguno, ni siquiera aquellos aparentemente comprometidos con el rescate de la patria y las obras sociales, los derechos humanos o la lucha por consolidar la tan manoseada y nunca vista democracia, han movido un dedo por cambiar de raíz la miseria en la cual se desenvuelve el trabajo de los maestros y donde mueren las esperanzas de miles de niños.

Sin embargo, han cerrado los ojos cuando sus huestes vacían las arcas nacionales, han autorizado transferencias obscenas de dinero a un ejército cuya razón de existir es un tema pendiente de discusión nacional, voltean la cara para no comprometer su lealtad hacia una clase poderosa que continúa evadiendo impuestos, pero niegan recursos a los programas de salud sexual y reproductiva, a los planes de construcción y reparación de escuelas y de centros de salud, así como a todo aquello que represente un paso adelante en el desarrollo general de la nación.

Por eso es repugnante verlos repartiendo besos a diestra y siniestra. Porque es una escena repetida, absurda y barata, ofensiva para quienes, como esos niños de San Juan Atitán, Huehuetenango, perderán su escuela y se quedarán sin nada.

lunes, 18 de julio de 2011

Justicia sin fronteras

Publicado el 18/07/2011

El temor de juzgar en Guatemala casos de alto impacto es una realidad justificada. 
Las dudas expresadas por el titular de la Cicig respecto de las limitaciones del sistema de administración de justicia para juzgar a Carlos Vielmann y garantizar su seguridad no deberían extrañar a nadie, dadas sus evidentes debilidades.

Guatemala, sin embargo, no es una excepción. Todos los países en donde se consolidan círculos de poder cuya fuerza es capaz de torcer cualquier fortaleza institucional, están en enorme desventaja a la hora de imponer justicia o de hacer respetar las leyes. No digamos cuando se trata de sentar un precedente histórico al hacer valer la soberanía de la ley sobre una persona influyente y poderosa como el ex ministro de Gobernación o, en el caso de Portillo, sobre un ex presidente de la República.

Guatemala ha estado desde hace varios años en el vértice de la ola en temas como la corrupción, la falta de transparencia, el abuso de poder y la violencia institucionalizada, tanto desde las organizaciones criminales como desde el interior del Estado. Por lo tanto, la posibilidad de que sus instituciones del sector justicia puedan hacer valer la ley de una manera imparcial es muy relativa y provoca serios cuestionamientos.

El presidente del organismo judicial, por lo tanto, está en una posición muy difícil tratando de justificar la decisión de la jueza Carol Patricia Flores de solicitar a España la extradición de Carlos Vielmann, en un contexto de dudas sobre la pertinencia de esa decisión. Por un lado, descalificar a sus jueces sería como confesar que no hace bien su trabajo y, por otro, quien le hace estos señalamientos es un organismo internacional cuyo desempeño ha sido controversial y no siempre bien visto por los funcionarios locales.

Sin embargo, la jefa del Ministerio Público no opina igual. Para la doctora Paz y Paz la extradición de Vielmann es inconveniente por no existir en el país las condiciones que garanticen la integridad física y el acceso a la justicia para el acusado, debido a la existencia de cuerpos clandestinos y aparatos de seguridad, una realidad que ni siquiera el presidente de la CSJ puede poner en duda.

La situación es extremadamente compleja, pero para la opinión pública probablemente resulta evidente que los argumentos de los titulares del MP y la Cicig son válidos. Porque, ¿quién podría asegurar el hecho de que la decisión de la jueza Flores no es más un acto reivindicativo de la autoridad que una promesa de justicia? En el fondo, ningún operador de justicia en Guatemala puede presumir de transparencia, porque lo que está dañado hasta sus cimientos es el sistema mismo.

En resumen, quizás la intervención de una corte internacional sea el recurso más adecuado y el menos oneroso mientras en Guatemala se logran desarticular los mecanismos que impiden la impartición de justicia con integridad y transparencia. 

domingo, 17 de julio de 2011

El foro de la vergüenza

Publicado el 16/07/2011

En ciertas ocasiones, es un consuelo saber que nunca cumplen lo que prometen. 
La Conferencia Episcopal puso a los candidatos es una hábil encerrona con la finalidad de conseguir el compromiso de observar los preceptos de la Iglesia Católica antes de tomar decisiones de Estado. Y sin duda tuvo éxito. La mayoría de candidatos –excepto por una o dos respuestas más o menos consistentes con posturas opuestas a ciertas imposiciones del clero- se persignaron, agacharon la cabeza y aceptaron la presión sin chistar.

La foto de portada de Prensa Libre del jueves 14 habla por sí sola: once pretendientes al sillón presidencial con aspecto de inocente pureza en el acto de orar para sellar sus promesas de abstinencia. Abstinencia, claro, en lo relativo a sus decisiones en caso de llegar a la presidencia en temas tan “escabrosos” como el aborto, la salud sexual y reproductiva de la población guatemalteca y la educación sexual para adolescentes.

A medida que transcurría el foro, se pudo ver a Patricia de Arzú predicar contra el divorcio y calificar la homosexualidad como una abominación, a Suger pronunciarse contra los avances de la ciencia en el tema de la fertilización in vitro, a Pérez Molina defender el derecho a la vida y la importancia de la familia, mientras las dos mujeres con mayor formación política, Rigoberta Menchú y Adela Torrebiarte mantenían a duras penas una postura más apegada a las leyes y a los avances en materia de educación sexual y programas de salud reproductiva.

Es importante, en estos casos, subrayar la importancia de consultar las fuentes expertas en estudios sociales. Allí se encuentran los aberrantes indicadores de desarrollo social de Guatemala, entre los cuales destacan de manera abrumadora las muertes maternas y de recién nacidos, la desnutrición crónica que afecta a más de la mitad de los infantes menores de 4 años, los números en ascenso de embarazos en niñas y adolescentes -la mayoría de ellos provocados por incesto y violaciones- así como la falta de acceso de la población más pobre a métodos de control de la natalidad. Estos flagelos son solo algunos de los males provocados por falta de educación y de información sobre los temas del debate.

Lo interesante del foro fue la manera como la Conferencia episcopal puso en evidencia la doble moral de los candidatos. La conclusión obvia es que la vergüenza mencionada en el titular de esta columna no se refiere a la institución eclesiástica –la más coherente del evento, ya que no oculta su posición ni disimula sus objetivos- sino a quienes pretenden gobernar mostrando una ignorancia enciclopédica respecto de las leyes de la República y los tratados internacionales en temas de educación y salud sexual y reproductiva. Y ya que uno de ellos será Presidente, es fundamental blindar al Congreso con un voto cruzado que le impida regresar al país al medioevo.

Un violento despertar

Publicado el 11/07/2011

El asesinato de Facundo Cabral fue el suceso de violencia que colmó el vaso. 
Guatemala está pasando por un momento crucial de su vida democrática. Experimenta el ataque sistemático de grupos criminales con alto poder de fuego, sofisticados sistemas de información y poseedores de todo el dinero necesario para comprar voluntades y conciencias en cualquier instancia y en cualquier momento. A esto se añade un evento electoral plagado de crímenes, acusaciones y dudas sobre la integridad de quienes pelean el privilegio de llevar las riendas del país durante los próximos cuatro años.

El inconcebible asesinato de Cabral nos puso en los titulares del mundo entero desde tempranas horas de la mañana del sábado con un hecho de sangre más, esta vez en contra de un cantautor amable y carismático, pacífico como el que más, amante de la paz, de la vida y del amor.

Es muy triste que el crimen contra el artista argentino constituya uno más de los innumerables hechos de sangre que a diario se cometen en las calles y carreteras de Guatemala contra personas inocentes. Para ser víctimas, basta con el simple acto de subirse a un bus del transporte colectivo, transitar en su vehículo particular o poseer un teléfono celular. O, simplemente, estar en el lugar equivocado.

En la última semana, la ciudadanía se ha visto enfrentada a una cadena de acontecimientos que, a pesar de su obligado acostumbramiento a la violencia, la han dejado perpleja. Entre ellos, la captura del candidato a alcalde por San José Pinula, quien ha sido acusado del asesinato de dos de sus contendientes en la carrera por la vara edilicia y quien probablemente es responsable de otros atentados contra candidatos de ese municipio.

Luego, el ataque a balazos del guardaespaldas de la hija de Otto Pérez Molina contra un policía municipal de Tránsito desarmado, dejándolo gravemente herido y al borde de la muerte, así como una serie de secuestros y asesinatos que jalonan a diario las páginas de los periódicos y los noticiarios en radio y televisión.

No es preciso apuntar que esta es una de las campañas electorales más sangrientas de los últimos 20 años, tanto en el ámbito político como en la vida común de la ciudadanía. La mediocridad de la administración de Álvaro Colom se revela en toda su dimensión en este momento crucial para el país, con un escenario de caos y anarquía como hacía años no se había visto. Ante este panorama, no resulta extraño que algunos candidatos cuya bandera de lucha es la inseguridad, aprovechen la ocasión para demostrar a los electores la necesidad de un gobierno de mano dura. Lo que Guatemala necesita es otra cosa: volver a su cauce democrático. Para ello, el involucramiento de la sociedad es fundamental y el momento no es ahora. El “momento” ha sido siempre. 

La seguridad empieza en casa

Publicado el 09/07/2011

Cuando la promesa principal es seguridad, cualquier tropezón es una caída.

Es de suponer que si el policía de la PMT atacado por un guardaespaldas de la hija de Otto Pérez Molina logra sobrevivir, la acusación será intento de asesinato y las autoridades seguirán el caso hasta sus últimas consecuencias. Este hecho tan desfavorable e inoportuno para la campaña del candidato de la mano dura coloca nuevamente en el tapete el tema de la seguridad privada, la cual en Guatemala ya tiene antecedentes nefastos de abuso y violaciones a la ley por parte de los integrantes de estos grupos armados.

Es importante recordar que las empresas dedicadas a proporcionar servicios de seguridad han sido integradas, en su mayoría, por elementos que pertenecieron al Ejército Nacional y fueron desmovilizados después de la Firma de la Paz. Estas personas no solo tienen entrenamiento en lucha contrainsurgente, sino muchos de ellos pasaron por la escuela de kaibiles, altamente especializada para el combate en situaciones extremas, pero no para tratar con la sociedad civil.

El suceso que involucra a un elemento de seguridad de la hija del candidato se ha transformado muy rápidamente en una ola de descalificación por ser éste, precisamente, el político más identificado con las medidas represivas practicadas durante su pasado castrense y las promesas de mano dura que jalonan toda su campaña proselitista.

Sin embargo, los demás candidatos –especialmente Arzú- harían bien en cuidarse de lanzar acusaciones, porque todos ellos circulan por las calles de la ciudad y por el país rodeados de individuos tanto o más violentos que Luis Corado, el energúmeno que le disparó a un policía de tránsito obviamente desarmado.

Ejemplos de abuso de los elementos de seguridad privada de empresarios, narcotraficantes, políticos y funcionarios hay de sobra. Lo que se debería discutir de inmediato no es si Pérez Molina es co responsable del hecho, sino cómo prevenir y evitar que sucesos así se repitan a diario por la prepotencia de quienes adoptan como propios los aires de poder de sus patrones.

Guatemala no necesita más sangre inocente y esta campaña ya la ha derramado en abundancia. Lo correcto, en estos momentos, sería un acuerdo serio, con iniciativa de ley incluida, que regule de una vez por todas a las empresas de seguridad que, en lugar de ceñirse a los límites que marcan la ley y los derechos humanos, arrasan con ellos con la certeza de gozar de impunidad gracias a la influencia de quienes los contratan.

Esta iniciativa debería surgir de quienes hoy, en una carrera frenética por el poder, solo han demostrado mediocridad, falta de liderazgo y una insaciable sed de poder. Q así convenzan a una ciudadanía hastiada de que existe alguna esperanza de rehabilitación política para este sufrido país.

El valor de ser mujer

Publicado el 04/07/2011

La mujer vive sometida a los prejuicios de una sociedad machista y poco informada. 


Aun cuando nunca falta quien afirme que en Guatemala no hay discriminación por sexo, cualquier mujer en sus cabales y consciente de la realidad de su entorno, puede atestiguar lo contrario. La discriminación no solo existe, sino es uno de los peores males que sufre esta sociedad.

Una de sus principales manifestaciones es la forma como la mujer se ve a sí misma. Incapaz de escapar a las ataduras de la costumbre y educada para considerar esas limitaciones como algo natural e inevitable, termina por ahogar sus propios impulsos de libertad en aras de la aceptación de su grupo social. De ese modo, se preservan estereotipos sexistas tales como la obligatoriedad de ser obediente, servicial y receptiva ante los hombres de su entorno, como una marca de identidad femenina.

Entrenadas desde la niñez en las artes de la sumisión, las mujeres deben superar enormes obstáculos para conquistar espacios propios y, luego, trabajar el doble para demostrar que esos espacios les pertenecen legítimamente. En este proceso el desgaste personal resulta inevitable.

Saco el tema a colación porque en un país con desigualdades sociales tan abismales, es precisamente el sector femenino el primero en encajar los golpes de la desnutrición, la pobreza extrema y la falta de acceso a todos los servicios básicos. El desempleo y la desinformación respecto de sus derechos cívicos y sociales atacan con mucha mayor fuerza a este segmento, sobre cuyos hombros descansa la construcción misma de la sociedad y la educación de las nuevas generaciones.

Me pregunto cuántas mujeres con liderazgo demostrado y aspiraciones políticas han debido renunciar a seguir ese rumbo de participación por presión de sus parejas o sus padres. Cuántas más habrán sufrido el acoso y la violencia de quienes se sienten ofendidos por la sola idea de que una mujer asuma una posición de poder. Y cuántas otras habrán abandonado la lucha porque la disyuntiva era el cuidado de la familia o sus sueños personales.

Son precisamente éstas las condiciones que detienen el desarrollo de un país, al marginar de manera tan perversamente estructurada a una mitad de su población. Es evidente que la equidad de género no es una moda pasajera y muchos grupos organizados de la sociedad civil no cejarán en su empeño de conquistarla. Sin embargo, las barreras, en lugar de desaparecer, son reforzadas cada vez más con especial énfasis en los sectores más pobres de la población.

Que haya muchas candidatas mujeres compitiendo por las posiciones más elevadas no significa un avance en la equidad de género. No cuando millones de mujeres pobres ni siquiera tienen la libertad para decidir cuántos hijos tener.

Un pueblo educado

Publicado el 02/07/2011

La educación ha sido siempre el patito feo de la agenda y del presupuesto nacional. 


El acceso a la educación constituye una de las líneas fundamentales de la propaganda política. Todo aquel que aspire a ocupar la más alta magistratura de la Nación sabe bien que la educación es un tema fundamental para la población, por lo cual se encuentra en el centro de sus promesas de campaña. Sin embargo, también está consciente de las amenazas implícitas en el cumplimiento de tales promesas en caso de ser electo.

Las clases dominantes nunca han querido educar al pueblo. A pesar de que el desarrollo de un país depende de una mano de obra cada vez más especializada y de una ciudadanía conocedora de sus derechos y obligaciones, a los dueños de la tierra y del capital industrial les provoca escozor cualquier iniciativa de gobierno tendente a elevar el nivel educativo y a desarrollar las capacidades intelectuales y cognitivas de las personas.

Es probable que esa resistencia, fortalecida por el hecho adicional de ser estos grupos los financistas de las campañas políticas, sea la causa de que Guatemala esté entre los países con menor nivel educativo de todo el continente, con el agravante de tener también la población infantil más desatendida en términos de nutrición y salud.

No es necesario ser Nostradamus para pronosticar lo que esa situación -combinados los factores alimentación, educación y salud- va a significar para el futuro inmediato de este país. Las elevadas tasas de natalidad vienen a sumarse a los factores negativos, incidiendo de manera determinante en una cada vez menor calidad de vida para un cada vez mayor porcentaje de habitantes.

Cualquier ciudadano que recuerde las campañas presidenciales de los últimos veinte años, ha podido comprobar que los planes de alfabetización, la construcción de infraestructura educativa, la capacitación de maestros y la dignificación de ese gremio han sido postergados prácticamente desde el inicio de cada período presidencial.

Las autoridades siempre han sido elusivas cuando se les exigen respuestas, porque un arranque de honestidad les obligaría a declarar que la marginación de la educación es y ha sido siempre política de Estado.

Un pueblo educado tendría la capacidad suficiente para fiscalizar a sus autoridades, poseería los recursos intelectuales y la información para desafiar al oscurantismo en la ejecución del presupuesto general de la Nación, exigiendo un comportamiento ético a sus representados en el Congreso de la República. Y lo haría en forma masiva, como sucede en cualquier país con una población ligeramente más informada de sus derechos cívicos. Esto porque, como reza el lema de los estudiantes chilenos, un pueblo educado jamás será engañado.

Abramos los ojos

Publicado el 27/06/2011

Un hecho más de violencia que obliga a medir la dimensión del caos. 


La primera noticia del día es un nuevo asesinato. Esta vez, relacionado con una familia que conozco, hijo de una amiga lejana pero querida, alguien que de algún modo toca más de cerca –mucho más- que las estadísticas a las cuales ya estamos habituados y que nos golpean a diario.

Esta es una guerra de todos. La población se ha visto inmersa en una conflagración injusta por innecesaria, absurda por ajena. Y sigue avanzando en esta extraña realidad a pesar de la amenaza que se cierne sobre todos y cada uno de los seres humanos que pueblan este país.

Las cifras solo mienten cuando son manipuladas por intereses particulares. Pero los números de la muerte en Guatemala raramente exageran y muestran en su enorme dimensión la anarquía reinante y la incapacidad de las autoridades para mantener el orden y garantizar el respeto a la vida.

Es extraño que aun cuando proliferan las denuncias de todas las organizaciones de la sociedad civil y de los organismos internacionales que tienen acceso a la información, el gobierno no parece recibir el mensaje. El pais se desangra a golpes, la niñez está abandonada a su suerte y muere por inanición. La juventud pulula dispersa por falta de oportunidades y de políticas públicas adecuadas para generar procesos de integración. Las personas de la tercera edad sobreviven apenas, pidiendo limosna en las esquinas cuando no están vegetando en un rincón miserable de algún refugio, sin medios para subsistir.

Y los criminales hacen de este escenario la base ideal de sus perversas operaciones.

¿Qué pasa con el Ejecutivo? ¿Dónde está la persona que detenta la máxima autoridad? Después de mucho observar su comportamiento vacilante e inadecuado, se podría colegir que el sillón presidencial está vacío por abandono. Que el equipo de gobierno no tiene dirección definida o simplemente espera a las elecciones para largarse sin responder por sus decisiones o la falta de ellas, listo para evadir la responsabilidad histótica que le toca en esta debacle anunciada hace mucho.

Es preciso tomar distancia y alejarse emocionalmente de la situación para apreciar la realidad. Esa perspectiva muestra lo que todos, en la intimidad de su pensamiento, ya saben. Que la institucionalidad de Guatemala será finalmente desarticulada a menos que se le dé un golpe de timón decisivo y oportuno. Que no se puede esperar a que el crimen organizado corone su triunfo en un evento electoral marcado por intereses espurios y una lucha sorda por el poder político y económico. Que de nada sirven las cumbres de presidentes si no se dice la verdad ni se acepta el compromiso de actuar en consonancia con ella. Que ya basta.

Responsabilidad compartida

Publicado el 25/06/2011

Se pierde el impulso entre demandas de transparencia y rechazo a nuevos impuestos. 


El tema vuelve a saltar a la palestra con nuevos bríos, esta vez aderezado con el ingrediente adicional de la amenaza de perder espacios ante la arremetida de los grandes grupos criminales de la región. Aumentar la recaudación fiscal es la demanda reiterada de Estados Unidos y los países cooperantes, no solo con el propósito de incrementar los recursos para combatir al narcotráfico y al crimen organizado, sino para alimentar un sistema eficiente de apoyo a los planes de desarrollo que beneficien a la población más vulnerable.

De lo que se trata es de reducir la deuda de los países de la región, cuyos gobiernos han sido débiles ante la férrea resistencia de los grupos empresariales a tributar de manera más equitativa con el argumento de la falta de transparencia en el manejo de los fondos públicos. De hecho, el argumento continuará siendo sólido mientras no se establezca un control efectivo de la gestión pública por medio de mecanismos eficaces de monitoreo de la inversión y el gasto, así como la posibilidad de fiscalización por parte de la sociedad civil.

El tema del narcotráfico es muy distinto. Los países consumidores nos exigen combatir a los carteles, acabar con la industria de los estupefacientes, destruir las plantaciones de amapola, de cannabis y de coca, destinar gran parte de nuestros recursos en esa lucha desigual mientras ellos mantienen la venta libre de armas y una actitud irresponsablemente permisiva ante el consumo de drogas dentro de sus fronteras.

El escenario regional muestra diferencias significativas entre los distintos países, siendo Guatemala uno de los más afectados por su posición geográfica y su grave debilidad institucional. Es aquí donde se concentra la droga que transita hacia el norte y donde se han establecido las bases de los mayores carteles, favorecidos por una extensa y desprotegida frontera con México, amén de una serie de beneficios adicionales como la falta de radares para el rastreo de vuelos clandestinos, la abundancia de pistas de aterrizaje y la ausencia casi total de fuerzas de seguridad en las regiones estratégicas.

En donde se vinculan los temas de mejor recaudación fiscal y de combate al narcotráfico es en la necesidad urgente de integrar a todas las fuerzas vivas de la nación en una campaña conjunta de recuperación de la soberanía y dignificación de sus instituciones. Para ello se requiere de un gobierno honesto, capaz de convocar a los distintos sectores con una voz única, con el propósito coherente de restaurar el tejido social y consolidar la democracia, condiciones ineludibles para enfrentar el enorme desafío de recuperar el terreno ya perdido por la incapacidad y la falta de voluntad política de las actuales autoridades.

Un mundo feliz

Publicado el 20/06/2011

El deseo, al contrario que el placer, es fuente de sufrimiento, odio e infelicidad. (M. Houellebecq) 


El novelista británico Aldous Huxley publicó “Brave New World” en 1932, la novela por la cual se haría mundialmente conocido. Traducida al español como Un mundo feliz, esta historia de ficción retrata una sociedad utópica en la cual se han erradicado la pobreza y las guerras, pero también la cultura, el arte y la individualidad humana, elementos cuya naturaleza inquisitiva e inconforme impedirían ese estado de paz ideal inducido por el conformismo y la alienación.

La ironía de una sociedad feliz acunada por la uniformidad y la anulación del conflicto personal a partir de la pérdida de la individualidad, fue en su momento el tópico que haría de la obra de Huxley uno de los grandes éxitos literarios de principios del siglo pasado. El cuestionamiento implícito en ella se vería reflejado también en los postulados del marxismo-leninismo encarnados en dos de sus principales personajes, y en el mensaje mediante el cual se propone que la felicidad absoluta para una sociedad radica en ser controlada, en anular sus derechos a decidir sobre la vida personal de los ciudadanos y minimizar de ese modo todo conflicto íntimo.

¿Por qué este mundo feliz nos resulta tan actual en las primeras décadas del siglo veintiuno, casi 80 años después? Porque el sistema económico mundial ha comenzado a borrar fronteras y soberanías, incidiendo en las políticas internas de los países y comprometiendo la vida y el futuro de miles de millones de seres humanos cuya participación en las decisiones que les afectan es prácticamente nula.

Por supuesto, en este mundo (in)feliz no se han eliminado las guerras ni la pobreza. De hecho, nunca el planeta había estado tan sometido a los designios de una cultura de violencia basada en las enormes ganancias de la industria armamentista. Tampoco hubo jamás tal inequidad en la repartición de la riqueza y en el acceso a la alimentación.

Pero lo que sí existe es esa burbuja de poder universal que lo controla todo, desde la propiedad del genoma hasta la riqueza del subsuelo. Y esa burbuja se diluye cada vez más en un concepto abstracto, ajeno a las preocupaciones del ciudadano común, al punto de desaparecer de la escena para convencernos de que somos nosotros, los pequeños habitantes de este mundo, quienes tomamos las decisiones fundamentales de nuestro espacio geográfico.

La conclusión de esta digresión de lunes es que hemos entrado en un proceso de alienación prácticamente irreversible, el cual nos aleja de lo trascendente envolviéndonos con una tecnología que nos alimenta la ilusión de pertenecer al mundo desarrollado y nos quita la vista del entorno de miseria en el cual estamos inmersos. Es ése nuestro “mundo feliz”, la siguiente etapa será la abolición de la cultura.

Pago por participar

Publicado el 18/06/2011

A menos que se legisle sobre el financiamiento de los partidos, no habrá igualdad. 


La única forma de garantizar igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos –hombres y mujeres, ladinos e indígenas- en posiciones de decisión dentro de las organizaciones políticas y en los listados para ocupar cargos de elección popular, es regular de manera efectiva y estricta el dinero que ingresa a las arcas partidistas y las condiciones que estas entidades imponen a sus afiliados.

Una de las razones para la escasa participación femenina en la contienda electoral actual es, precisamente, la poca capacidad de compra de espacios políticos. En una sociedad democrática resulta grotesco que los partidos exijan enormes cantidades de dinero a cambio de un lugar en los listados de candidatos. Eso solo garantiza que el Congreso y las alcaldías estarán condicionados por compromisos ajenos al interés de la Nación y sus iniciativas serán orientadas a pagar los favores de sus financistas.

En Guatemala, el sector más pobre de la sociedad es el femenino y, si queremos ser más específicos, el femenino, indígena y rural. Esto marca una frontera prácticamente insalvable para aquellas lideresas del interior del país capaces de contribuir al desarrollo de sus comunidades pero que no tienen con qué pagar la cuota que les exigen las organizaciones políticas para “hacerles el favor” de incluirlas.

Son múltiples las voces que se alzan en contra de la igualdad de oportunidades para la mujer, oponiéndose de manera enfática al establecimiento de cuotas y de un trato igualitario que le permita a este importante sector tener acceso a cargos de elección popular y a posiciones relevantes dentro de los partidos. Los argumentos abundan, pero la realidad es mucho más elocuente. Con un Padrón Electoral integrado mayoritariamente por mujeres, se espera que en el próximo período habrá menos presencia femenina en el organismo legisativo y casi ninguna en las alcaldías, lo cual actúa en desmedro del sistema democrático que se pretende consolidar.

La influencia del capital –de orígenes conocidos o no- en los procesos electorales, es un tema toral en el momento que vive Guatemala. Dada la debilidad de las instituciones y la falta de control sobre el origen de los grandes capitales, se ha ido delegando el poder político a individuos cuyo único interés es acumular dinero y poder en desmedro del futuro nacional.

Es probable que en Guatemala nunca se haya visto tales cantidades de dinero invertidas en propaganda política, pero tampoco jamás se había observado semejante nivel de pobreza y desnutrición afectando a casi el 80 por ciento de la población. Si esto no habla por sí solo y no convence a los diputados de tomar las decisiones correctas, entonces nada logrará hacerles recapacitar y corregir los errores que tanto dolor y muerte le cuestan a sus electores.

Corrientes ocultas

Publicado el 13/06/2011

El estado de Derecho depende de la fortaleza y estabilidad de las instituciones. 


Desde palcos y galerías, lejos de los toros, es fácil emitir opiniones y criticar el desempeño de jueces y fiscales. Pero cuando se escarba un poco en la metodología de los criminales y las consecuencias que provoca cualquier acción contra su impunidad, las cosas cambian.

Guatemala está en guerra, y en una guerra como ésta –ubicua, sucia, solapada- toda la ciudadanía debe mantenerse en constante alerta. Un golpe en la puerta o un automóvil sospechoso son suficiente motivo para que se dispare la adrenalina y se erice la piel. Ningún habitante de este país es inmune ante la violencia, sobre todo desde que el Estado fue desmantelado por políticos oportunistas y carentes de visión de nación, como todos los que se han turnado en la Presidencia de la República para hacerse ricos ¡por fin! o más ricos de lo que ya eran.

Desde nuestras tribunas hemos criticado hasta la saciedad el desempeño de los servidores públicos en las áreas de seguridad y justicia. Sin embargo, no se hace suficiente presión sobre el Ejecutivo y sobre el Congreso para detener el derroche de recursos en estrategias de beneficio personal o partidista. Hoy vemos con repugnancia la prodigalidad de la UNE en su campaña proselitista, decorada con elementos pagados con los impuestos del pueblo y premunida de regalos sacados mágicamente del presupuesto de la Nación.

Como si esto no fuera suficiente evidencia de corrupción, están las patéticas imágenes del hospital general San Juan de Dios en donde a diario mueren las personas que no tienen otro centro de salud al cual acudir. ¿Dónde están las investigaciones y auditorías para establecer responsabilidades en el mal manejo de los recursos? ¿Hasta dónde llegan los hilos de la corrupción en la adjudicación de contratos?

El Ministerio Público denunció el recorte presupuestario que le quitó una tajada de 300 millones de quetzales a principios de este año. Con las carencias actuales, esa entidad es impotente para proteger a sus fiscales y cubrir todo el territorio nacional, donde la narcoactividad se mueve con entera libertad gracias a sus inagotables recursos económicos.

A esto es imperioso agregar la campaña de desprestigio que algunos sectores de poder han mantenido en contra de la CICIG, una entidad cuya presencia es indispensable para ayudar a desmantelar las fortalezas de impunidad y los cuerpos clandestinos establecidos desde hace algunos años con el entusiasta concurso de algunos ex presidentes. Las corrientes ocultas del tráfico de influencias calan hasta en los más recónditos rincones de la vida nacional. Si no se enfrentan con la voluntad de derrotarlas, Guatemala será muy pronto un narcoestado más, pero un paraíso menos.

Una lucha desigual

Publicado el 11/06/2011

La idea que flota en el ambiente es que Guatemala es impotente ante el crimen. 


El narcotráfico ya entró en la cotidianidad del guatemalteco. Cada día esta sociedad se enfrenta a la dura realidad del crimen cometido con saña extrema, estrategia clásica de los grupos organizados cuando ingresan a un territorio para ejercer el dominio total subyugando a sus instituciones.

Como en una guerra cualquiera, el enemigo lanza sus proyectiles contra la sociedad civil ante cada amenaza de sus contrincantes, con la intención de demostrar su poderío. En Guatemala, sus adversarios son las instituciones encargadas de seguridad y justicia, las organizaciones civiles promotoras de los derechos humanos y otros organismos cuya función sea combatir a los grupos criminales para erradicar el tráfico de estupefacientes, la trata de personas, el contrabando y otras acciones que atentan contra el estado de Derecho.

Ante una situación de tan enorme envergadura, poco es lo que el Estado puede hacer por sí mismo. Conscientes de que el tema de la droga está íntimamente ligado a su mercado internacional, sería natural suponer que en esta batalla las víctimas estuvieran también en ámbitos internacionales, pero no es así.

Para que los ciudadanos norteamericanos y europeos puedan tener acceso a los estupefacientes, muchos latinoamericanos inocentes mueren cada día. Los mecanismos de control del tráfico de drogas castiga a estos países de manera inclemente, mientras en las naciones consumidoras las capturas de grandes capos –que los hay- son tan escasas como los decomisos del producto.

Las fuerzas armadas de las naciones de nuestro continente fueron primero entrenadas para combatir al comunismo, faena que también se llevó por delante a cientos de miles de civiles indefensos en guerras de una crueldad inimaginable. Muchas de esas fuerzas acuciosamente capacitadas en las técnicas de la tortura, la represión y el asesinato han alimentado las filas de las organizaciones criminales –ejemplo claro es el cuerpo de kaibiles- y hoy la población se enfrenta al acoso y la amenaza constante contra su vida y su propiedad por parte de esos elementos.

Ante esta realidad, los gobiernos son impotentes. De cada acción efectiva contra las organizaciones del crimen, se obtendrá una larga fila de muertos inocentes, demostración sanguinaria de la determinación inclaudicable de estos individuos de apoderarse del país entero y transformarlo en un narcoterritorio.

No importa cuántas promesas surjan durante esta campaña, ninguno de los candidatos tiene la respuesta y, menos aún, una plataforma viable de combate al crimen organizado. Las cartas están echadas y mientras los gobiernos norteamericanos y europeos no se involucren de lleno en esta cacería, de nada servirán nuestros muertos.

Recursos de campaña

Publicado el 06/06/2011

Es sospechosa la manera como los partidos protegen la información sobre sus recursos. 


En un país con un fuerte sistema democrático, es impensable que los partidos políticos oculten la información sobre sus fuentes de financiamiento. Para ello, los argumentos sobran: 1) Quien invierte en una campaña busca beneficios personales; 2) Es una manera ideal de lavar activos sin dejar huellas y además obtener ganancias de mediano y largo plazos; 3) Es un mecanismo sencillo y accesible para tener control sobre las decisiones políticas y económicas del país; 4) Da entrada fácil a las organizaciones sociales sin cumplir requisito alguno.

Cuando los representantes del pueblo en el Congreso de la República son quienes se oponen a estos controles, revelan su falta de compromiso con su juramento y cometen traición a la patria al anteponer los intereses particulares por encima de los del pueblo que los eligió. Con esa actitud, los diputados demuestran su desdén por los preceptos constitucionales, pero también su pofundo desprecio por la integridad del sistema democrático al cual han jurado defender, poniendo en peligro no solo el estado de Derecho sino también la soberanía del país.

En la actualidad, es posible observar a todos estos personajes de comedia atropellándose frente al Tribunal Supremo Electoral para asegurarse un puesto en las papeletas, a pesar de los muchos reparos éticos o legales que llevan sobre sus espaldas. Lo más preocupante es el hecho de que, para los ciudadanos probos que aceptarían arriesgarse a ingresar a ese círculo perverso con intenciones de elevar su nivel, no existe la menor oportunidad. Si no hay dinero a manos llenas, no hay sitio en los listados. Punto.

Este condicionamiento al aporte económico está destruyendo las bases de la democracia, al abrir los accesos al tráfico de influencias por parte de grupos opuestos a un sistema jurídico recto y transparente. En esta carrera de galgos no solo participan narcotraficantes o miembros prominentes de las redes de contrabando, sino también grupos empresariales, los mismos que siempre han estado al acecho para llenarse las bolsas y librarse de las cargas tributarias.

Si esta situación persiste, Guatemala, como Estado libre e independiente, estará acabada muy pronto. La solución existe, la han probado otros países y funciona: establecer máximos no solo en dinero, sino también en espacios públicos, en acceso libre a las frecuencias radiofónicas y televisivas –las cuales son propiedad del Estado y, por lo tanto, del pueblo- y terminar de una vez por todas este nefasto abuso, fijando reglas claras para todos por igual.

Quizás de ese modo algún día se presenten a los cargos más importantes de la nación profesionales honestos, ciudadanos decentes con el ímpetu suficiente para salvar la dignidad de Guatemala y de sus instituciones.

En espiral descendente

Publicado el 04/06/2011

Una revisión de las propuestas de la campaña anterior sería enriquecedora. 


Al escuchar los argumentos de los distintos candidatos para justificar su presencia en las papeletas, se retrocede al pasado en múltiplos de cuatro. Quizás la única diferencia entre los postulados de los candidatos precedentes fuera un esfuerzo más consistente por parecer coherentes, aunque en ningún caso destacaron por su brillantez intelectual.

Es patético observar cómo todos –incluso la señora Torres, quien ha jugado un papel protagónico durante esta administración- alegan inocencia y pretenden tener la fórmula para acabar con los males de Guatemala. Aun cuando han tenido la plataforma necesaria para ejercer una oposición informada ante la gestión gubernamental, aparecen como observadores pasivos del descalabro actual.

Ninguno de ellos puede arrogarse el derecho de fingir ignorancia, ni de colocarse del lado de las víctimas, especialmente si han sido partícipes en los procesos de negociación que afectan las finanzas y el estado general de la administración pública. Han sido legisladores, han sido co-gobernantes, han sido políticos activos y han estado del otro lado de la mesa de discusión como representantes del sector privado.

Esto ha sucedido antes de manera recurrente. Llega un candidato a la palestra con las fórmulas mágicas para acabar con la corrupción, ofrece el respeto irrestricto a los derechos humanos o promete todo lo contrario: la mano dura. Suben al estrado con arrogancia y manosean los colores patrios como adueñándose de una soberanía que jamás han podido defender. Se bañan en agua bendita después de haber tenido el poder de erradicar los males que hoy juran combatir y distribuyen sagrados mandamientos que no son capaces de respetar ni en su propia casa.

Algo que la población debe comprender en su completa dimensión es que ningún candidato ha sido totalmente ajeno a la descomposición actual. Todos ellos han tenido un lugar privilegiado en el quehacer político de esta nación, lo cual incluye al actual mandatario, quien intenta desesperadamente sacudirse la responsabilidad echando la culpa a sus antecesores.

Esta actitud no es nueva ni será la última vez que se vea en un gobernante, pero es conveniente tenerla en cuenta antes de marcar la papeleta. La campaña actual está jalonada de acusaciones e insultos, descalificación de contrincantes y promesas vagas, nada que pueda considerarse de altura para un evento cívico de tal magnitud. Lo que denota este circo es un desprecio absoluto a los valores humanos, un retroceso más a los tiempos oscuros del totalitarismo y una amenaza al sistema democrático, a partir del momento que todos violaron alegremente la ley al iniciar una campaña anticipada. La espiral sigue descendiendo y la ciudadanía, a poco más de 3 meses, no sabe por quién votar.

Cualquiera al poder

Publicado el 30/05/2011

¿Qué buscan los partidos con su pretensión de eliminar el requisito del finiquito?


El finiquito es un documento que, en un sistema democrático y con un estado de Derecho vigente, garantiza la probidad de los candidatos que desean optar a cargos de elección popular. En otras palabras, protege a la ciudadanía de posibles funcionarios corruptos, delincuentes con procesos pendientes o individuos con un prontuario nutrido por diferente tipo de delitos.
El hecho de que los partidos políticos soliciten al Tribunal Supremo Electoral eliminar este requisito, es una forma muy evidente de confesar que en sus filas hay elementos sospechosos o abiertamente indeseables. Es decir, esas instituciones –porque los partidos lo son- pretenden encubrir delitos o faltas de sus candidatos con el supuesto objetivo de darles acceso a la tan deseada inmunidad y facilitarles la comisión de nuevos delitos desde el seno mismo del aparato estatal.
Este requisito indispensable para transparentar la gestión pública resulta muy aplicable en el caso de diputados y alcaldes. La mayoría de ellos, buenos y malos, buscan la reelección. Y también es mayoría quienes tienen denuncias por malos manejos de los fondos o por conductas sospechosas de corrupción. Y lo que sus organizaciones hacen al solicitar la impunidad, es encubrirlos.

La situación del país, con su debilidad institucional y la falta de fiscalización de la gestión gubernamental por parte de la ciudadanía, demanda la aplicación estricta de las leyes y no la búsqueda de tratos de excepción para facilitar el ingreso de personas sospechosas al círculo del poder político. Si los líderes de los partidos no tienen la integridad necesaria para garantizarle esto a la población, tampoco deberían gozar de sus preferencias electorales.
La sola iniciativa de solicitar la exoneración de la presentación de los finiquitos resulta reprobable y altamente perjudicial para el correcto desarrollo del proceso electoral. Ya las campañas cometen graves violaciones a las leyes al invadir el espacio público, haciéndolo incluso desde antes de lo permitido por las leyes que regulan la materia. Esa actitud arrogante de las organizaciones políticas más parece un reflejo de la arrogancia inveterada de sus financistas, aquellos que se creen dueños de Guatemala.
Lo demostrado con esta nueva manera de evadir la aplicación de la ley es que ninguno de los partidos solicitantes de exoneración merece un solo voto del pueblo. No solo resultan sospechosos de delitos sino además muestran un total desprecio por la soberanía de las normas constitucionales, lo cual marca la ruta de sus futuras acciones.
Si la ciudadanía muestra algo de respeto por sí misma, debería tomar nota cuidadosa de este hecho y tomarlo muy en cuenta al momento de emitir su sufragio. El futuro de sus hijos y de su patria dependen de ello.

Esas cosas de la vida

Publicado el 28/05/2011

En tierra de nadie cualquiera se apodera de los espacios públicos. 


La ciudad se despierta cada mañana con un paisaje nuevo. Miles de carteles pegados en los muros, colgando de los postes y clavados en los árboles. Rostros ya conocidos de tan vistos, sonriendo con dientes y pieles blanqueadas desde los muppies, vagas promesas de nada o de cualquier cosa desafiándonos desde inmensas vallas panorámicas. Comenzó de nuevo la campaña, la misma que ya estaba en las calles sin autorización del TSE.
Es probable que esa irrupción en el entorno resulte normal para una buena parte de la población, porque ya está acostumbrada a la contaminación visual comercial, no muy diferente de la política. Sin embargo, la tolerancia ante ese abuso del espacio público no es más que una manifestación de la pasividad de la comunidad, resignada a su papel de espectadora de la decadencia de sus instituciones y de sus líderes. 
La municipalidad de Guatemala emitió hace más o menos una semana una norma prohibiendo el uso de la infraestructura urbana como postes, puentes, pasarelas y otras instalaciones. Al día siguiente, estaba todo tapizado de afiches. ¿Negociaciones privadas con el alcalde o simplemente el uso de la costumbre de hacer caso omiso de la ley?
Pero eso no sería nada si esta campaña no se caracterizara por su extrema vacuidad. No hay propuestas, nadie presenta programas serios y algunos candidatos creen que la población es simplemente estúpida y basta con regalarle un almuerzo para conseguir su voto. Aun cuando tuvieran razón en este último punto, es un insulto a la ciudadanía llegar a las candidaturas con las manos tan vacías como el cerebro.
Hay casos extremos, como el de la esposa del alcalde de la capital, quien se limita a referirse a Dios –quien, aparentemente, le habló en vivo y en directo para encomendarle la salvación de Guatemala- pero de planes de gobierno, nada. Ese tema no está en la mesa para ser discutido y por lo visto, tampoco le quita el sueño.
La característica de esta campaña electoral es la falta de información y el exceso de retratos. En otras ocasiones ha predominado la presencia de símbolos de los partidos, pero hoy parece que los recursos de la tecnología hacen muy apetecible figurar con la cara tersa como nalga de bebé y una expresión acorde con el tono del discurso. Ceñudos unos –los de mano dura- y sonrientes otros –los encomenderos de la divinidad.
Si así serán las cosas, no hay que extrañarse de un alto nivel de abstencionismo en un evento que se caracteriza por la falta de propuestas serias, racionales, bien estructuradas, coherentes con la realidad trágica y poco promisoria que actualmente vive Guatemala. Eso sí, todos hacen gala de un caudal impresionante de recursos económicos, pero ninguno de los candidatos da razón de su origen. Quizás si se descubre ese pequeño detalle, habría una idea más clara de hacia donde va el futuro del país. 

El fin del mundo

 Publicado el 23/05/2011

No tengo idea de dónde comenzó a circular el mensaje de que el mundo se acaba. 

Como todos esos rumores de origen incierto, el que anunció el fin del mundo para el fin de semana pasado invadió la internet y fue creciendo a medida que se transformaba en motivo de broma para los usuarios de las redes sociales.
Es probable que solo fuera una feliz coincidencia, pero mientras llegaba la hora del anunciado fin del mundo, Piñera enfrentaba con enfado varias manifestaciones de rechazo a su gestión, reprimidas con lujo de fuerza por los cuerpos especiales, España vivía una de las mayores jornadas de protesta de su historia cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo, y en Francia se replicaba en menor escala el campamento de la Plaza del Sol.
Todas estas manifestaciones masivas parecen apuntar hacia un mismo objetivo: retomar los valores de la democracia auténtica, propiciar un acuerdo social que beneficie a todos, eliminar los privilegios del gran capital y proteger a los países de la invasión de compañías multinacionales cuyas ganancias crecen en proporción inversa a los beneficios de las naciones en las cuales operan.
El derecho al trabajo y la obligación de los Estados de proteger el patrimonio natural destacan fuertemente en las protestas. Las leyes de los países que funcionan bajo la sombra del capitalismo deshumanizado impuesto por Estados Unidos y Europa están orientadas a proteger a grupos privilegiados por medio de legislaturas comprometidas con el capital que financia sus campañas electorales.
De ahí surgen las absurdas propuestas de desarticular al aparato estatal para reducir su poder, contrario a lo que hacen los países del primer mundo cuyos mecanismos de control de la sociedad son cada vez más extensos y cuyas burocracias cada vez más intrusivas tanto en su ámbito interno como en los países bajo su órbita de influencia.
La recuperación de la democracia tendrá que pasar por una reforma de las leyes. El capitalismo se ha desvirtuado tanto como el concepto de libertad, que sólo funciona para segmentos muy selectos de la población: el que posee los medios para adquirirlo.
La extrema discrecionalidad de los gobernantes para establecer compromisos con las compañías multinacionales debería pasar por una revisión exhaustiva, con el texto constitucional en mano, para establecer límites realistas a esa forma de poder. Un presidente puede actualmente cambiar la geografía de su país, alterar las condiciones de vida de grandes sectores de la población, permitir la contaminación de sus aguas y no parece existir la fórmula legal para impedir semejante pérdida de soberanía. Afortunadamente no se produjo el fin del mundo, pero ¿será el principio del fin de este tipo de capitalismo?

sábado, 16 de julio de 2011

Un nuevo compromiso

He dejado abandonado mi blog por temporadas. Eso ha sido por mi presencia cada vez más permanente en las redes sociales. Sin embargo, tengo que encontrar la manera de vincular este blog a mis otros sitios para mantenerlo actualizado y vigente. Después de todo, es mi mejor archivo de opinión sobre temas actuales, y sin duda se irá transformando en una buena fuente de información sobre acontecimientos pasados. Desde mi particular punto de vista, por supuesto.
Lo que me comienza a fascinar de esta interacción constante en la web es la enorme riqueza de información a la que tenemos acceso quienes nos dedicamos al mundo de la comunicación. Entre mucha basura, hay auténticas perlas, pero es preciso tener muy buen olfato para saber diferenciar entre una cosa y otra.
En la red he encontrado a personas inteligentes, lúcidas, involucradas con el desarrollo de su país y comprometidas con sus ideales. Eso, al final de cuentas, es un respiro entre tanta corrupción y venalidad, entre las muestras de ambición extrema y los intentos por regresar al oscurantismo del medioevo.
Nuestra obligación es contribuir al debate, participar con buenas propuestas y creer cada vez más en la posibilidad de un cambio positivo. De otro modo, de nada serviría dedicar tiempo y esfuerzo a esta noble tarea del periodismo.

sábado, 21 de mayo de 2011

Esperando a Godot

El señor Presidente espera… pero aun no sabe qué. 

El presidente Colom da declaraciones a la prensa y se encarga de que la ciudadanía sepa cuán consciente es de la situación crítica que atraviesa el país. A la pregunta de cajón: ¿y entonces, qué va a hacer? Responde con parsimonia: “esperamos el momento oportuno”.

Es probable que esta frase pase a la historia. También es probable que pasen, junto con la frase, el proceso democrático, el estado de Derecho, la soberanía nacional, la independencia de poderes y todos los sueños de justicia del pueblo de Guatemala. Es difícil establecer si Colom ve la matanza de 27 campesinos inocentes como “el momento oportuno” o si no lo pensó antes de decirlo. En todo caso, nunca se había visto un panorama tan nefasto bajo un gobierno que carece de una política coherente ante el peor embate del crimen organizado en los últimos años.

Aun cuando no es un asunto de broma, esto parece extraído de la famosa obra de Samuel Beckett, uno de los mejores exponentes del teatro del absurdo. Guatemala se ha pasado esperando. Esperó a que terminara una guerra insensata que diezmó a la población más vulnerable. Esperó a que con el fin del conflicto y una nueva Constitución, el país enderezara el rumbo. Esperó a que, con cada cambio de gobierno, se acabara la corrupción. Esperó a que los elegidos cumplieran sus promesas. Y sigue esperando que en el próximo período las cosas mejoren.

Y nada sucede ni sucederá, porque el sistema es el mismo y los protagonistas también. El problema es que ya Guatemala no puede seguir esperando, porque el camino es el equivocado y por allí no vendrán los cambios que el país necesita. Una de las medidas fundamentales para revertir la caída es reestructurar a la PNC, reforzar al Ministerio Público de manera sustancial, respetar la independencia del organismo judicial y de las demás instituciones del Estado y convertir al Ejército en un cuerpo efectivo para el combate del narcotráfico y el resguardo de las fronteras.

Pero también es urgente el combate a la pobreza extrema con políticas de largo plazo que propicien un desarrollo sostenible y una repartición justa de la riqueza. El juego perverso de favorecer a los empresarios que pagan su cuota para financiar las campañas ha transformado a la nación en su feudo, y es imperativo cambiar la ley electoral si es que existe voluntad de dar a la democracia una posibilidad de supervivencia.

Es notable cuán alejado está el mandatario de la realidad del pueblo al cual ha engañado durante estos cuatro años. No parece tener idea del sufrimiento de las familias que pierden a diario a sus integrantes por extorsiones, asaltos a mano armada, venganzas o simplemente la mala suerte de encontrarse en el momento y lugar equivocados. ¿Un acuerdo nacional? No es mala idea, pero entonces urge dejar de esperar.

30 años atrás

La campaña electoral que se realiza hoy es una vergüenza para Guatemala. 

¡Cuánta razón contiene la columna de ayer de Gustavo Berganza! Guatemala se ha convertido en el epítome de la corrupción política y hoy vemos una competencia electoral tachonada de estrellas negras atropellándose por figurar en primera fila, pavoneándose por la impunidad de sus hazañas y mofándose de la población desde vallas, muppies, spots de televisión y páginas de prensa.

No contentos con eso, se atropellan en las antesalas de los financistas elaborando, cada quien, las más atractivas promesas de privilegios para conseguir el ansiado cheque, amparados en una ley que les protege contra señalamientos o investigaciones incómodas las cuales les pondrían en aprietos en cualquier país respetuoso del estado de Derecho.

Esta carrera por los cargos de elección popular se caracteriza por una total falta de respeto por la ciudadanía. Esa ciudadanía impotente, que se limita a especular sobre la inconveniencia de elegir a alguno de ellos, o por la conveniencia de entorpecer el paso de algún otro, pero incapaz de escoger a un candidato sin tacha porque ese no existe.

Esta carrera es de galgos bien entrenados en el arte de mentir y negociar la soberanía nacional por pedazos.

Y entonces ¿qué sucede con los líderes auténticos y legítimos? ¿qué pasa con las mujeres que aspiran a competir en igualdad de condiciones pero resistiéndose a vender sus postulados programáticos? Nada. No pasa nada. De hecho, este sector de la ciudadanía que se niega a hacer concesiones por respeto a su integridad, es marginado y expulsado del ruedo por quienes concentran la fuerza política y económica gracias a negociaciones fraudulentas y acuerdos secretos con grupos de poder.

Es válido repetirlo una y otra vez: las mujeres y los hombres cabales están siendo marginados de estas elecciones por los dirigentes de los partidos, porque amenazan el tráfico de influencias y constituyen un obstáculo para la corrupción, el clientelismo y los acuerdos con el crimen organizado.

Si ese es el escenario actual, ¿qué le espera a este país en los próximos años? No se requiere una bola de cristal para saberlo, se puede predecir la profundización de la miseria extrema, el ensanchamiento del foso que separa a las clases más ricas del resto de la población y el empobrecimiento acelerado de la clase media.

Es curioso que en la medida que avanzan las décadas, el país retrocede en el tiempo. Creo que este evento electoral será más sucio que cualquiera de los realizados durante el conflicto armado, pero por una razón bien marcada: hoy existe un sistema jurídico sostenido por un estado de Derecho. La conducta solapada y la burla que hacen los líderes políticos de la ética y la decencia, muestran que aún después de más de 30 años Guatemala no se ha ganado el honor de ser llamado un país democrático.

Cuidado con los extremos

Del total anonimato sobre el uso de teléfonos celulares, al control absoluto. 

Uno de los aspectos más importantes al proponer el establecimiento de medidas capaces de afectar la información privada de las personas, es quién tendrá acceso a ella. La propuesta de unificar el registro de identificación con la numeración telefónica puede ser muy interesante en países con un estado de Derecho funcional, pero es preciso ser muy cuidadoso en donde no existe una administración pública profesional controlada por un sistema adecuado de servicio civil.

En la actualidad, cada cuatro años se practica un relevo de prácticamente todos los puestos de importancia en la burocracia estatal, los cuales son ocupados bajo la premisa de premiar la fidelidad a las nuevas autoridades, la amistad o el parentesco con el mandatario, la afiliación al partido o la ayuda que se haya prestado durante la campaña. Los méritos y la capacidad técnica y profesional para ocupar una plaza determinada no se cuentan entre los factores de decisión.

Imaginemos que este procedimiento de control de identidad vinculado a la telefonía celular se estableciera en Guatemala, en donde la burocracia y las fuerzas de seguridad –entre las cuales es preciso incluir los cuerpos de investigación encubiertos- están tachonadas de elementos corruptos, muchas veces vinculados con el crimen organizado. ¿Qué garantía tendría cualquier ciudadano de que sus llamadas no fueran escuchadas, de que su ubicación física no estuviera bajo la mirada de algún criminal o sus datos personales no fueran convertidos en capital de intercambio entre pandillas?

Sin duda, esta medida reduciría de manera importante las estadísticas de robo de celulares. Sin embargo, podría incrementar significativamente el de extorsiones, precisamente por la vulnerabilidad a la cual se sometería a toda la población. Las redes criminales, al no ser ajenas al aparato burocrático -y eso lo saben muy bien los representantes en el Congreso de la República- cada día afianzan más su poder . Por lo tanto, proponer que se legisle sobre el tema y el nuevo sistema se imponga a nivel nacional debe ser precedido por acuciosos estudios que justifiquen el cambio y garanticen su transparencia.

Para controlar en parte el problema de los asaltos y el robo de celulares hay medidas mucho más accesibles y menos onerosas, como exigir a las compañías de telecomunicaciones que no se active ningún aparato cuya procedencia sea dudosa. Estas compañías transnacionales controlan el servicio estratégico por excelencia –las comunicaciones- y eso las obliga a privilegiar la seguridad del país en donde operan por encima de sus cuantiosos beneficios económicos, acumulados gracias a sus muy bien negociados privilegios.

Buscando empleo

Los políticos olvidan a quienes les deben su empleo y sus privilegios económicos. 

La campaña de carteles iniciada por la organización “El dueño de Guatemala soy yo” me parece oportuna, bien pensada y totalmente justificada. Ya va llegando la hora de la rendición de cuentas y de la fiscalización pública de los candidatos a cargos de elección popular. No es posible mantener la tradición nefasta del secretismo que sólo ha propiciado corrupción, compradrazgo y malas prácticas políticas y administrativas.

Un candidato a cualquier puesto de la administración pública tiene la absoluta obligación de presentar sus antecedentes y sus calificaciones personales y profesionales ante el pueblo, para garantizar una elección basada en los atributos reales de cada uno de los postulantes. En Guatemala se han visto casos tan inconcebibles como la elección de diputados y alcaldes con antecedentes penales o contra quienes se habían presentado solicitudes de antejuicio por diferentes delitos, entre los cuales el menor de ellos es corrupción.

Ya existe el antecedente de un expresidente acusado por asesinato y otro con una demanda por fraude. Presidentes del organismo legislativo con prontuario de genocidio y corrupción comprobados. Es decir que la historia de este país se está construyendo con ladrillos rajados, lo cual constituye una amenaza grave a su institucionalidad.

No pueden, entonces, venir los políticos a tachar de vandalismo una campaña perfectamente legítima realizada por un grupo de ciudadanos cansados de tanto abuso. Quienes tienen derecho a manifestarse son los electores, y los candidatos harían mejor en responder a sus cuestionamientos sin poses arrogantes de “dueños de la finca”. Estoy segura de que muchas personas han sonreido con satisfacción al ver los humildes carteles de cartón sobre los elegantes muppies de alta tecnología.

El dinero que están derrochando a manos llenas en una campaña que, por anticipada, ya rompió las normas legales, es un insulto para un pueblo hambriento y abandonado como el que irá a votar el 11 de septiembre. La gente merece algo mejor que candidatos vacíos de propuestas, vacíos de calidad humana y vacíos de conocimiento sobre los problemas del país.

Este no es un territorio en disputa entre carteles, que es en lo que se están convirtiendo los partidos. La participación popular es la primera de las prioridades si se desea reconstruir el tejido social sobre una plataforma democrática real. Por lo tanto, es imperativo que los políticos en la arena y sus financistas en la oscuridad pongan más atención a las demandas de sus potenciales electores.

¡Bravo! para quienes idearon la campaña de “Busco empleo”, por pertinente y oportuna. Sólo hay que ver los rostros que coronan esos carteles para darse cuenta de cuán relevante es indagar sobre sus antecedentes y calidades.

sábado, 7 de mayo de 2011

Tendré que emigrar

Lástima por mi blog, pero el hecho de ser un sitio gratuito lo deja a merced de la pauta comercial y estoy viendo que en mi blog, algo que en algún momento tuve la ilusión de tener bajo control -por lo menos en su contenido- hay un enorme y destacado anuncio del PAN con el retrato de Gutiérrez.
Eso me trajo de golpe a la realidad de esta dependencia de los servicios sin costo que, de otro modo, terminan saliendo caros.
Así es que en cuanto tome la decisión de a dónde ir, voy a emigrar con mi quinto patio. Ya les avisaré a los cuatro (¿o tres, quizás?) amigos que me leen en esta solitaria página.

Mujeres al ruedo

Es fundamental garantizar la participación de la mujer en las próximas elecciones. 

La resistencia a la participación femenina en política tiene muchas facetas. Una de ellas, sutil y poderosa, es el temor de las propias mujeres a enfrentar la oposición de su pareja, de su familia o de su comunidad y, de hacerlo, a pagar las consecuencias por su rebeldía. La cultura patriarcal tiene fuerte raigambre en amplios sectores de la sociedad y constituye un valladar importante para el desarrollo pleno de la democracia, la cual no existe mientras no haya participación igualitaria de la otra mitad de la población.

Cada vez que se plantea la posibilidad de establecer un sistema de cuotas en la Ley Electoral y de Partidos Políticos, se escuchan los argumentos a favor y en contra de una medida considerada radical. Aún cuando esta política existe y se aplica en muchos países del mundo, en Guatemala los círculos de la política tradicional la rechazan por inconveniente, poco oportuna y difícil de implementar.

El fondo de la cuestión es un asunto de poder. Durante años se ha observado el tono despreciativo, peyorativo y sexista usado por los políticos para referirse a sus colegas mujeres. A las activistas políticas y a quienes han logrado puestos relevantes se las juzga por su condición de mujer y no por los resultados efectivos de su labor.

En la campaña actual, se percibe desde el interior de los partidos políticos una fuerte oposición a la participación femenina y a concederles espacios importantes en los listados para cargos de elección popular, los cuales se negocian entre los de siempre, quienes cierran filas para consolidar sus posiciones de privilegio.

La lucha de las mujeres por su derecho legítimo –garantizado, además, por la Constitución Política de la República- no debería ser una misión de alto riesgo. En la actualidad, se observa con preocupación que aquellas mujeres valientes y decididas a participar en representación de sus comunidades enfrentan amenazas contra su vida, intimidación y rechazo de oponentes ferozmente decididos a cerrarles el paso.

La mujer involucrada en el destino de su patria es, por lo general, más responsable, transparente y eficiente en su trabajo, como lo han demostrado la mayoría de diputadas y funcionarias en cargos de gran responsabilidad. El hecho de colocarles valladares a su intención de contribuir al desarrollo de la nación no es más que el miedo a perder esos anillos de complicidad que han llevado al país a convertirse en un paradigma de corrupción.

No se debe confundir con el hecho de que esta vez haya varias mujeres compitiendo por la presidencia, porque ése es un tema distinto que merece un análisis de fondo. Aquí hablamos de los impedimentos reales de esta sociedad machista contra el derecho de las mujeres a postularse para gobernadoras, alcaldesas, diputadas o dirigentes de los partidos políticos. Estamos en el siglo veintiuno, es tiempo de cambiar.