domingo, 14 de julio de 2013

Detrás de la noticia

Escribimos, hablamos y discutimos sobre desnutrición, pero ¿la conocemos?

Uno de los más graves problemas de nuestra sociedad actual es la distancia que nos separa de los demás. Las mayores catástrofes, la realidad de nuestra niñez y las injusticias imperantes en el sistema en el cual estamos todos inmersos, nos resultan tan abstractas como lejanas, a menos que nos afecten de manera directa.

Por eso cuando nos referimos a la elevada incidencia de desnutrición crónica presente en más de la mitad de las niñas y niños guatemaltecos, difícilmente visualizamos el fenómeno y rara vez medimos sus proyecciones de largo plazo. Esto nos coloca a media distancia entre la responsabilidad propia como ciudadanos y el endoso de la culpa de esa inmensa deuda social a las autoridades de gobierno, masa amorfa de funcionarios cuyos nombres ni siquiera recordamos con exactitud y cuyo alto índice de rotación nos desubica en el mapa burocrático.

El resultado de este distanciamiento mental y de conciencia se replica en muchos otros aspectos de la vida. Pero en el caso de la niñez desnutrida esta indiferencia resulta en una especie de suicidio colectivo que nos conduce hacia la conformación de una población con capacidades reducidas, la cual no será útil ni siquiera para ejecutar las tareas más sencillas exigidas por el mundo laboral.

Tomando en cuenta que de ese 50 por ciento de niñez desnutrida crónica la mayoría logre sobrevivir a las infecciones, los parásitos, la diarrea y las afecciones cardiacas y respiratorias, pronto habrá varios millones de adolescentes y jóvenes de baja talla, de bajo peso corporal y cuyo cerebro no pudo desarrollarse del todo por falta de los nutrientes básicos para su formación y funcionamiento. Fenómeno que, por cierto, ya está presente en la mayor parte del país desde hace varios siglos.

Aquí aplica esa frase tan repetida “la niñez es el futuro de la nación” y en ella se dibuja, como en un mapa vivo, cuál será ese futuro si no se revierten las ominosas estadísticas que colocan a Guatemala a la zaga del continente. Adultos física y mentalmente privados de toda oportunidad de alcanzar un estándar mínimo y cuya precaria calidad de vida es determinada desde el nacimiento por una estrategia de explotación social y laboral definida en los círculos más elevados del poder económico.

Una de las responsabilidades de los medios, en un país con bajo nivel de lectura y más bajo aun de permanencia en establecimientos educativos, es dar información comprensible y actualizada respecto de los temas más importantes y de mayor incidencia en la sociedad. Sin embargo, por lo general el tema de la desnutrición crónica infantil se queda a nivel de noticia, y se deja pendiente la tarea de explicar a la población cuáles son los caminos posibles, desde los ámbitos familiares y comunitarios, para contribuir a reducir el impacto de esta terrible realidad.

Las causas de la desnutrición crónica no son un misterio para nadie y menos aun para el sector político. Pero las cifras aumentan cada vez que se realiza un informe de desarrollo humano y aun así no se observa reacción alguna en los despachos desde los cuales emanan las políticas públicas.
(Publicado el 02/04/2013)

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