sábado, 28 de febrero de 2009

Guatemala, el país de la eterna primavera, según el Departamento de Estado gringo es:

Esta foto de un pandillero escribiendo un mensaje fue tomada del sitio de USAID. Este es un video de Univision, copia el link para verlo. Ola de violencia preocupa Guatemala http://www.univision.com/content/video.jhtml?cid=496690
CRIME: The number of violent crimes reported by U.S. citizens and other foreigners has remained high in recent years. Incidents include, but are not limited to, assault, theft, armed robbery, carjacking, rape, kidnapping, and murder. Criminals often operate in groups of four or more and are confrontational and violent. Gangs are a growing concern in Guatemala City and rural Guatemala. Gang members are often well armed with sophisticated weaponry and they sometimes use massive amounts of force. Emboldened armed robbers have attacked vehicles on main roads in broad daylight. Travel on rural roads always increases the risk of a criminal roadblock or ambush. Widespread narcotics and alien smuggling activities can make remote areas especially dangerous. Though there is no evidence that Americans are particularly targeted, criminals look for every opportunity to attack, so all travelers should remain constantly vigilant. Most tourists and visitors travel throughout Guatemala without mishap. However, violent criminal activity on the highways continues, and tourists, among others, have been targeted. Many of the robbery attempts have occurred in daylight hours on main highways. Carjacking incidents and highway robberies are often violent. Four Americans were killed in highway robbery attempts in 2002 and three killed and one wounded in 2003. In 2004 one American tourist was murdered, and women and children were raped in highway assaults. Several highway assaults of American citizens also took place in 2005, but without serious injury to the victims. In 2006, there were 19 incidents of assault against Americans in motor vehicles reported to the Embassy, none of which involved death or injury. In nine of these incidents, the victims were arriving at Guatemala City's airport. In 2007 there has been an increasing number of carjacking incidents and armed robberies of travelers who have just arrived on international flights, most frequently between 6:00 a.m and 10:00 am, but also in the evening (see list of Recent Crime Incidents Involving Foreigners on the Embassy website for more specifics). In the most common scenario tourists or business travelers who land at the airport around 7:00 am are held up by armed men as their vehicle departs the airport. Private vehicles, taxis and shuttle buses have been attacked. Typically, the assailants steal money, passports, and luggage, and in some but not all cases, the assailants steal the vehicle as well. Recently, many of these attacks have taken place far from the airport, just as travelers arrived at their homes, or in less busy areas of the city. Laptops are frequently targeted, so carry them inconspicuously in a backpack or other carryon luggage. Victims who did not resist the attackers were not physically injured. The Embassy advises its own employees to seek alternative routes for exiting the airport. In some cases, assailants have been wearing full or partial police uniforms and have used vehicles that resemble police vehicles, indicating that some elements of the police might be involved. Armed robberies have occurred within minutes of the tourist’s vehicle being stopped by the police. U.S. Embassy personnel continue to observe heightened security precautions in Guatemala City and on the roads outside the capital city. U.S. tourists are urged to be especially aware of safety and security concerns when traveling on the roads in Guatemala. Rather than traveling alone, use a reputable tour organization. Stay in groups; travel in a caravan consisting of two or more vehicles; and, stay on the main roads. Ensure that someone not traveling with you is aware of your itinerary. Resist the temptation to stay in hotels that do not have adequate security. Travel after dark anywhere in Guatemala is extremely dangerous. It is preferable to stay in the main tourist destinations. Do not explore back roads or isolated paths near tourist sites. Pay close attention to your surroundings, especially when walking or when driving in Guatemala City. Refrain from displaying expensive-looking jewelry, large amounts of money, laptop computers, or other valuable items. Finally, if confronted by criminals, be aware that resistance may provoke a more violent response.

Expectativa de vida

Tener una vida normal se ha transformado paulatinamente en un sueño inalcanzable para millones de guatemaltecos. De nada sirve la emisión de leyes –buenas o mediocres- si no existe un sistema capaz de hacerlas cumplir. Es como tener barredoras de nieve en Zacapa. Es éste, quizás, el meollo de todo: esa incapacidad del Estado para cumplir con su deber y su vulnerabilidad ante el tráfico de influencias y la corrupción. Con semejante desventaja, resulta imposible ejercer controles administrativos y, por consiguiente, detener el proceso de desintegración que actualmente experimenta la institucionalidad. Cuando se hace un análisis de las prioridades en la hoja de vida nacional, el tema de la seguridad viene antes que la alimentación, la salud, la educación y cualquier otro derecho humano. Tampoco sirve una ley contra el femicidio o una regulación contra la trata de personas, si el Estado permite la anarquía dentro de las cárceles, tolera la comisión de delitos desde sus propias dependencias, es incapaz de depurar el sistema de justicia y concede a sus funcionarios el lujo de cometer toda clase de abusos, desde la negligencia en el ejercicio de sus funciones hasta el enriquecimiento ilícito. Los asesinatos de mujeres han aumentado. De acuerdo con investigaciones sobre el tema de la violencia, también se han incrementado de manera significativa los crímenes contra la vida de niñas, niños y adolescentes, las extorsiones desde los centros de reclusión y los secuestros. En lo referente a persecusión penal, la situación sigue su camino en reversa. Mientras más casos se producen, menos casos se resuelven y la mayoría de ellos ni siquiera llegan a la etapa de investigación. Si así son las cosas en relación con los crímenes de mayor magnitud, es de imaginarse que los casos de violencia intrafamiliar –los cuales suelen acabar en la muerte de niñas, niños, adolescentes y mujeres- no merecen ni un pestañeo por parte de las autoridades. Viendo el cuadro completo, la actitud de los gobernantes destaca por su fuerte acento de incompetencia y deslealtad. Hacer el juego político de candidato ya no encaja con la responsabilidad presidencial. Así como subrayan algunos analistas, la propaganda oportunista sobre el tema de la educación gratuita –la cual ha sido gratuita por ley desde que existe una Constitución- es una burla contra la sociedad, tanto como los acuerdos privados con el monopolio de la televisión y la audaz afirmación de que ha disminuído la muerte materna en un país cuyos índices de desarrollo social están entre los más bajos del continente. Es hora de reaccionar, el fondo está muy cerca como para continuar haciendo fiesta triunfalista del poder político.

Palmaditas en el hombro

Esa costumbre de repartirse medallitas a discreción es muestra de una gran pobreza intelectual y ética. Recién apagado el escándalo provocado por la imposición de la Orden del Quetzal a Castro, y ya se avecina una polémica por otra repartición de condecoraciones, esta vez del Ejército a un grupo de veinte diputados. Esto de repartirse medallitas a diestra y siniestra suena muy a graduación de primaria. ¿Será un premio por lo bien que estos políticos han tratado a la institución armada? Lo cierto es que veinte representantes del pueblo en el Congreso de la República recibirán su condecoración por motivos no muy divulgados. Es importante recordar que el Ejército, así como el Congreso de la República, son instituciones del Estado. Y el Estado debe actuar en función del beneficio de la población a la cual sirve y no distraer su tiempo y su atención –los cuales de por sí representan una fuerte inversión de fondos públicos- en darse mutuamente palmaditas en el hombro cada vez que sus estrategias terminan en decisiones consensuadas. Esta actitud de mutua complacencia tiene, además, su lado oscuro en la opacidad de la información que las entidades entregan al público, el cual termina por aceptar los hechos sin conocer sus detalles, en circunstancias que todo homenaje o reconocimiento otorgado por el Estado debería justificarse de manera transparente. Es evidente que estamos acostumbrados a ese tratamiento tipo feudal en las decisiones que afectan tanto a los actos oficiales como al destino de las condecoraciones y de los fondos públicos. Los funcionarios de turno se han convencido a sí mismos –y esto viene por tradición- de su potestad de hacer uso discrecional de todo lo que le rodea en el ejercicio de su cargo, tal y como si se tratara de propiedad privada. De ahí vienen los abusos en la asignación de presupuestos, en la repartición de puestos a amigos y familiares, en la concesión de contratos a empresas recién creadas por sus allegados y en toda clase de decisiones que afectan tanto al dinero de los contribuyentes como a la integridad institucional de la Nación. Si las condecoraciones del Ejército tienen una sólida justificación, es algo que debería explicarse con claridad meridiana. El Congreso y sus diputados tienen una pésima reputación en la sociedad guatemalteca. Aún cuando algunas y algunos representantes escapan medio indemnes de esta calificación, difícilmente se cuenta a 20 con suficientes méritos y una trayectoria intachable que merezcan reconocimiento especial. Esta clase de decisiones tan superficiales como repartir condecoraciones, únicamente profundizan el escepticismo y el resentimiento en sectores de la sociedad que apenas sobreviven, precisamente por la negligencia de sus representantes políticos.

viernes, 20 de febrero de 2009

El derecho ajeno

A partir del viernes, la sociedad dió un gran paso adelante en el respeto al derecho de las personas a respirar un aire menos contaminado. El rechazo a respirar humo de tabaco parece haberse convertido en una exigencia social importante. Aún cuando los guatemaltecos no suelen ser muy expresivos a la hora de protestar contra el abuso, el tema de la prohibición de fumar en lugares públicos cerrados parece haber dado en el blanco de un problema que atañe a todos. El caso del movimiento anti tabaco contra el inmenso poder de la industria tabacalera se puede catalogar como otra victoria del pequeño David. La lucha ha sido intensa y constante. Los argumentos, de una solidez abrumadora. Y la respuesta de la población, aunque no muy entusiasta a la hora de pronunciarse, tampoco ha sido adversa a apoyar las restricciones. Que el tabaquismo es una adicción de graves consecuencias para la salud y la economía, es un hecho incontestable. De no haberse probado el punto de manera contundente y con respaldo científico, los legisladores jamás hubieran aprobado esta ley, especialmente porque los representantes de los consorcios estaban ejerciendo una presión muy bien planificada, sostenida con una eficaz campaña de lobby y, por supuesto, con un arca bien nutrida de dinero, capaz de convencer a cualquiera. Pero los milagros suceden y esta ley ha sido uno de esos acontecimientos históricos que merecen reconocimiento especial por el avance que representan a nivel de políticas positivas para el pueblo y por su impacto en el bienestar de todos. Ahora habrá que ver cómo la propia comunidad exige su cumplimiento. Aún cuando nunca falta quien se resiste a acatarla por la falta de reglamento, en realidad las normas son simples como el agua clara: no se puede fumar en lugares públicos cerrados, porque el humo disperso por el ambiente afecta a todas las personas por igual. Esto demuestra que los derechos individuales tienen límites cuando vulneran los derechos de otras personas. Por lo tanto, las autoridades tienen ahora una tarea adicional por delante, y es proteger a la niñez del humo del tabaco de sus familiares aún estando dentro de su propio hogar. Es frecuente observar a personas fumando en un automóvil cerrado, acompañadas por toda su familia, bebés y niños incluídos. Esto representa un peligro potencial serio y ahí también se debe intervenir. Para que esta ley cobre verdadera relevancia como medida útil para reducir el tabaquismo, es vital proteger a la niñez y a la juventud del ejemplo nocivo de quienes deberían ser sus modelos a seguir. Hacer conciencia en padres, tutores, maestros y otros adultos responsables podría cambiar por completo el panorama de la salud pública en un futuro no muy lejano.

El valor de lo intrascendente

Con el objetivo de desviar la atención de la sociedad lejos de los temas relevantes, los políticos son capaces de cualquier cosa. Si las últimas acciones del Presidente Colom son producto de su ingenuidad, su inmadurez política o de una franca mala fé, es algo que merece un concienzudo análisis. En todo caso, la estrategia –si existía- ha dado resultado. A raíz de su viaje a Cuba, el revuelo armado por la decisión del sector empresarial de salirse de la comitiva y la fuerte polémica ante la concesión de la Orden del Quetzal a Fidel Castro, han logrado acaparar la atención de los sectores de opinión y de la sociedad informada. Relegados han quedado otros temas sustantivos como las últimas acciones violentas de los carteles de la droga; las amenazas de rescatar a sus miembros capturados por las fuerzas de seguridad; el caso contra el ex fiscal Matus y las pruebas ofrecidas por la Cicig para confirmar su vinculación con el asesinato del ex asesor de seguridad del ministerio de Gobernación, Víctor Rivera; las discusiones sobre la ley de armas; el regreso del ejército a las comunidades más afectadas por la violencia y otros hechos que merecen toda la atención de la sociedad organizada. Al final de cuentas, lo importante no es debatir sobre si Colom perdió la cabeza entregándole la presea guatemalteca a un dictador como Castro –a pesar de que los dictadores ya adornaban desde hace mucho las páginas de la Orden del Quetzal-, o si estaría pensando claramente en las repercusiones de su decisión de pedir perdón al pueblo cubano por haber apoyado a Estados Unidos en la invasión de Bahía de Cochinos. La polémica sobre este anecdotario diplomático con aroma setentero no debe obnubilar a los líderes de opinión al punto de perder de vista lo sustantivo. En realidad, es un hecho que la condecoración en mientes perdió su lustre desde hace mucho y que se ha repartido a gusto y capricho de los presidentes que han pasado por el Palacio Nacional, quienes no han tenido precisamente buen criterio para adjudicarla. Pero además, ¿cómo es posible dar tantísima relevancia a un tema secundario? Es mucho más urgente cuestionar la decisión presidencial de viajar. No sólo de haber visitado Cuba, lo cual no le da ni le quita a este gobierno, sino simplemente de pasarse la mayor parte del tiempo productivo en viajes que a la larga no van a generar más prosperidad ni mejores condiciones de vida al pauperizado pueblo guatemalteco. Guatemala está atravesando uno de los peores momentos de su historia, con indicadores que demuestran el nivel de irresponsabilidad y negligencia de todas las administraciones y los grupos de poder económico que han puesto las reglas y han dictado las leyes. Es hora de hacerle frente a la realidad sin perderse en distracciones cosméticas.

viernes, 13 de febrero de 2009

La niñez olvidada

Su presencia en las estadísticas de maltrato, muerte y desnutrición, revela el abandono en el cual se encuentra la niñez guatemalteca. Las noticias no permiten evadir el tema. Casi la mitad de las niñas y niños guatemaltecos entre 7 y 9 años sufren desnutrición. Uno de los indicadores de esta desastrosa condición en la cual se encuentra la niñez, es la disminución de la talla promedio. Es decir, se está produciendo una especie de involución del desarrollo físico de nuestras niñas y niños, provocada por el abandono al cual los han condenado quienes han gobernado el país o han influído en sus gobiernos. Para que este indicador específico muestre cambios, deben haber transcurrido muchos años. Por lo tanto, queda en evidencia la negligencia criminal de todas las administraciones del período democrático, cuyas prioridades han estado centradas en la explotación de los recursos del Estado para favorecer sus propios intereses, dejando en el abandono a la población de escasos recursos, postergando planes de desarrollo comunitario, desviando fondos destinados a alimentación y aprovechándose de la complicidad de quienes manejan las leyes para apañar sus desmanes. En este caso no se trata sólo de corrupción. El fracaso de las clases política y económica, su indiferencia ante la crisis a la cual han conducido al país y las dimensiones de su negligencia, escapan a toda calificación. El horror que vive la población, la paranoia que paraliza sus actividades cotidianas, su decepción ante las promesas incumplidas y la impotencia frente al descaro de los funcionarios corruptos que evaden la justicia y disfrutan abiertamente del dinero robado al pueblo, comienza a perfilarse como un crimen de lesa humanidad. Hoy, quienes pagan la factura de tanto lujo mal habido son esos 200 mil niños de primer grado, a quienes deben sumárseles otros tantos miles que ni siquiera pueden asistir a la escuela. A ellos, añádanles los recién nacidos con bajo peso, hijos de madres desnutridas que ni siquiera podrán amamantarlos. Y a ellos, agréguenles ese enorme contingente de adolescentes sin oportunidades, cuyo deseo de vivir debe haberles permitido sobreponerse al hambre y a las condiciones de su infancia precaria. Ese es el verdadero paisaje del país de la eterna primavera. Una nación cuyos políticos, al no concebir el poder sin su aderezo de corrupción e impunidad, han hundido hasta apagar todo eco de rebelión y toda posibilidad de un cambio sustantivo, un cambio con olor a democracia. ¿Cómo extrañarse, entonces, del destino de miles de niñas y niños que, como denunció Carlos Castresana “son secuestrados, vendidos, violados y traficados”? En este escenario desolador, la promesa gubernamental de dar cumplimiento a las Metas del Milenio no es más que una broma cruel.

Uno más uno

Es un simple ejercicio de aritmética, ni siquiera una investigación profunda; sólo contar uno más uno, más uno, más uno, hasta perder la perspectiva. Cualquier periódico sensacionalista sirve para ejercitar la sumatoria básica diaria. En tres días promedio de una semana como cualquier otra, la lectura de la nota roja nos echa a la cara una realidad de violencia y anarquía, reflejada también en las conversaciones diarias, en los correos electrónicos con advertencias sobre asaltos en calles y centros comerciales, en el relato angustiado de más de alguien muy cercano que lo vivió en carne propia. En sólo 3 días, se produjeron cerca de 50 sucesos de extrema violencia. En el primero, hubo cuatro heridos por el estallido de una bomba casera dentro de un bus del transporte colectivo; un asaltante muerto; una adolescente asesinada mientras dormía; un hombre muerto a balazos dentro de su vivienda; otro muerto –esta vez un joven atacado a balazos- y dos heridos en el mismo incidente, y dos mujeres atacadas a tiros con el resultado de una muerta y la otra herida de gravedad. Eso no es todo. A machetazos asesinaron a una anciana octogenaria en alguna aldea del interior, mientras dos hombres eran abatidos a tiros en otros incidentes que ya ni siquiera destacaron en la agenda noticiosa. El día anterior a ése, hubo 11 hombres asesinados en distintos sitios, por diferentes causas, la mayoría por proyectil de arma de fuego. A eso debemos añadir otros tantos heridos de bala; una mujer golpeada hasta morir y luego degollada; una pasajera de autobús muerta de un balazo en medio de un asalto; otra muerta más, pero esta vez atacada por su esposo en el interior de su vivienda y una mujer víctima de violación cuyo cuerpo mostraba señales de estrangulamiento. Llevamos hasta ahora sólo 2 días, falta el tercero, cuyo saldo fue un joven asesinado a tiros; un hombre muerto por heridas con arma blanca; un hombre asesinado por sus presuntos secuestradores; una mujer herida de bala en otro asalto a un autobús; un hombre y un niño heridos en un ataque armado perpetrado por dos adolescentes, durante cuya captura se encontró un arsenal de armas y proyectiles de grueso calibre; una mujer y un maestro asesinados a tiros en diferentes episodios; otro hombre muerto frente a su casa y otros más silenciados para siempre a golpes y a punta de balazos, como ya es costumbre. La idea de este ejercicio es llamar la atención sobre la urgencia de restaurar la integridad del sistema judicial, cuyas debilidades ponen en grave peligro a la Nación. Advertir sobre la necesidad de invertir recursos en el equipamiento y capacitación de la policía, combatir la corrupción entre fiscales, jueces y magistrados y forzar una toma de conciencia sobre esta terrible amenaza contra la seguridad de todos.

sábado, 7 de febrero de 2009

El santo del cerro

Guatemala necesita infraestructura para el desarrollo de la cultura. Por eso cualquier iniciativa pública o privada en esa dirección, es buena noticia. Parte del problema de la carencia de espacios para el desarrollo de la cultura, es el desprecio de los círculos políticos por cualquier cosa que huela a arte o a intercambio de ideas en esa dirección. Parecen no reparar en el hecho de su importancia fundamental en la construcción de la identidad nacional, en la consolidación de los planes educativos, en los procesos de rehabilitación de las sociedades y como complemento del sistema democrático. Les resulta imposible entender que el arte y la cultura, como vehículos de desarrollo humano, no tienen sustituto. Ante la falta de atención de los gobiernos democráticos por promover las actividades culturales y proporcionar centros de enseñanza de buen nivel a quienes desean seguir el estudio de las disciplinas artísticas, han surgido iniciativas visionarias desde el sector privado, con la intención de paliar un poco estas carencias. Uno de los proyectos más notables es Santo Domingo del Cerro, en la ruta de ingreso a La Antigua Guatemala. Santo Domingo del Cerro es un conjunto de edificaciones diseñadas bajo un concepto estrictamente ecológico –factor íntimamente vinculado al mundo del arte y la cultura- para dar albergue a las obras de notables artistas nacionales, pero también con la intención de servir de sede para talleres experimentales de escultura, pintura y otras manifestaciones de las artes visuales. En este paraje privilegiado desde el cual se observa la cuadrícula perfecta de calles antigüeñas con los imponentes volcanes de fondo, se reúnen periódicamente artistas como Luis Díaz, Efraín Recinos y Amerigo Giracca para intercambiar ideas, trabajar enormes murales realizados en mosaico, instalar esculturas y hablar sobre arte. Pero también para enseñar a otros los misterios de su oficio. Uno de los grandes méritos de este complejo situado en las alturas, es su calidad. No se trata de otra ruina como la Escuela Nacional de Danza, el Conservatorio Nacional de Música o la Escuela de Artes Plásticas, cuya decadencia física denota a gritos la negligencia de las autoridades y su ignorancia respecto a esos temas. Santo Domingo del Cerro tiene todo lo que el arte y los artistas merecen: infraestructura de lujo y un entorno que invitan a la creación. Esta clase de esfuerzos aportan mucho más a la consolidación de la democracia y la paz que el fallido discurso político. No se trata de construir más centros culturales de alto nivel, sino de poner atención a los abandonados y ruinosos que ya existen y representan una vergüenza para el Estado. En lugar de despilfarrar dinero en una selección de fútbol fracasada, mejor sería dar la oportunidad a niños y niñas que aspiran a ser bailarines, músicos o escultores. Y, sin duda, más gratificante.

Educación y trabajo infantil

Las cifras oficiales no lo dicen todo. En Guatemala, la educación es todavía un lujo reservado a los hijos de unos pocos. Las imágenes de niñas y niños sentados en blocks de cemento, sobre tablas de madera o simplemente en el suelo, rodeados de agua estancada, basura y ripio, denuncian a las claras lo que ha sucedido con el sistema educativo en Guatemala. Se ha convertido en una pura palanca de presión política. Que no vengan los legisladores a presumir de solidarios ante la miseria en la cual transcurre la infancia de millones de guatemaltecos. Ese cuento no se lo creen ni ellos mismos, porque a la población le consta cómo, festivamente y sin el menor pudor, se reparten las plazas para sus allegados –o intentan hacerlo-, organizan el circo de las interpelaciones al ministro o ministra de turno, para luego transar acuerdos con el Ejecutivo; negocian su voluntaria miopía para los despilfarros en las dependencias del Estado y callan ante el descalabro de la infraestructura educativa, que ha llegado al extremo de convertirse en una vergüenza nacional. No hay que extrañarse, entonces, de que muchos padres de familia prefieran usar a sus hijas e hijos como mano de obra adicional en sus labores agrícolas, comerciales o de servicios, cuando no los obligan a mendigar por las calles. Quizás lo hagan para protegerlos de las terribles condiciones en las cuales transcurren sus jornadas educativas, hundidos en el lodo o bajo unos techos que nada cubren. Cuando el Gobierno presume de educación gratuita dan, entonces, ganas de llorar de la impotencia. ¿De veras pretenden cobrar por tan mísero servicio obligatorio? Las niñas y niños de este país tienen derecho a más que eso. Mucho más. En honor a la justicia y a lo mucho que la clase política les ha quitado en cuanto a fondos, a oportunidades de desarrollo, a construcción de una sociedad equitativa y democrática, este segmento mayoritario de la población debería contar con el mejor servicio de educación posible, alimentación balanceada, vestuario apropiado y centros de salud adecuados a sus necesidades. Una vez más, es importante recordar que Guatemala no es un país pobre. Es un país rico lleno de pobres, lo cual es muy distinto. De otro modo, después del descarado latrocinio de todos los gobiernos que han usufructuado del poder y de todas las compañías que han expoliado sus recursos naturales sin dar nada a cambio, ya hubiera sucumbido en la más total bancarrota. En una sociedad con una infancia y juventud educadas y con acceso al deporte, a la recreación, a la cultura y al arte -verdaderas herramientas de crecimiento personal- esta Guatemala en crisis ya tendria mejores armas para combatir la delincuencia juvenil, las maras y probablemente también el narcotráfico. Porque a estas lacras les hubiéramos arrebatado a su mejor aliada: la miseria.