sábado, 22 de agosto de 2009

Responsabilidad ciudadana

Una conversación informal y un trabajo de investigación periodística me dieron la pauta para una reflexión sobre ciudadanía. Cuando se toma conciencia sobre lo frágil del sistema en el cual vivimos, la pasividad de la sociedad ante la negligencia de las autoridades y la complicidad de los grupos de poder en el estado de cosas, se empieza a comprender lo lejos que estamos de un concepto de Nación y de un ejercicio real de ciudadanía. La investigación sobre la calidad del agua potable realizada por Cristina Bonillo y publicada el sábado en Prensa Libre, da una visión muy cercana de esta falta de involucramiento de la sociedad en los temas que más le atañen. En ese trabajo periodístico se puede apreciar en perspectiva la increíble indiferencia –por parte de todos, no sólo de las autoridades municipales- respecto a la calidad del agua que llega a las casas para el consumo humano. Para empezar, no existe personal calificado para realizar los análisis periódicos de potabilidad del agua que se distribuye. Luego, aunque ese personal existiera, no se cuenta con la infraestructura ni los controles adecuados para almacenar y purificar el agua, por lo cual de nada sirve que se realicen los análisis si de todos modos no se va a remediar el problema. Pero esto no es todo. Lo más preocupante se observa cuando Bonillo hace hincapié en el escaso interés de los vecinos por exigir una mejoría en la calidad del agua que reciben. Esta evidencia de la falta de involucramiento en asuntos tan importantes como la salud familiar y de la comunidad, indica sin lugar a dudas que el ejercicio de la ciudadanía no es tema prioritario para nadie. Esto representa una especie de agujero negro en el sistema. Al llegar al punto de asumir responsabilidades, la gente prefiere mirar hacia otro lado y evitar el compromiso. Entonces se concentra en su espacio privado, pretendiendo ignorar que no hay posibilidad de escapar a las consecuencias de su actitud, ya que esa falta de interés por los asuntos comunitarios terminará afectando gravemente su calidad de vida. Esta mentalidad inmediatista revela lo profundo de la crisis de valores que se vive en Guatemala. Al deconstruir esta sociedad transformándola en un montón de compartimientos estancos, en un país de espacios privados con la sola visión del beneficio propio, se destruye por completo la posibilidad de crear una Nación integrada, segura y funcional. En estos días, los medios nos han abrumado con imágenes de niñas y niños muriendo de hambre en el oriente del país. Junto a esta visión apocalíptica, la noticia de que la SAT no permite el ingreso de un embarque enviado por el Programa Mundial de Alimentos para paliar la situación de estos habitantes. Y las protestas ciudadanas, ¿dónde están?

1 comentario:

  1. "Esta mentalidad inmediatista revela lo profundo de la crisis de valores que se vive en Guatemala. Al deconstruir esta sociedad transformándola en un montón de compartimientos estancos, en un país de espacios privados con la sola visión del beneficio propio, se destruye por completo la posibilidad de crear una Nación integrada, segura y funcional..."

    Esa visión individualizada que tenemos de la Guatemala de cada quien es precisamente la que nos resta la fuerza para exigir un país de todos. Vemos con desconfianza al vecino y solo salimos de los círculos de comodidad si aparece un líder que motiva los insights de cada quien. Lastimosamente, ni así resultan ser esfuerzos colectivos. O se levantan unos o se levantan otros. Jamás todos al mismo tiempo.
    Todos queremos hacer algo, pero ninguno sabemos que.
    Saludos Carolina.

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