sábado, 8 de agosto de 2009

Pecado mortal

Anhelar la justicia social, defender el patrimonio natural y el estado de derecho no debe ser motivo de descrédito. Pobre Marielos Monzón: es una periodista de izquierda. De hecho, ser de izquierda en un país dominado por la ignorancia de sus clases dirigentes y el sometimiento de los políticos a los dictados de países extranjeros, ha constituído una especie de condena a muerte sin derecho a apelación. Las ideas, en un sistema represivo y claramente corrupto, son motivo de persecución per se. Desde la otra orilla ideológica no es preciso justificar nada, porque el entarimado político ha sido diseñado para conservar privilegios y la discrecionalidad de su actuar. Sin embargo, para eso existe la democracia; para redefinir límites, derechos y obligaciones de la ciudadanía, y eliminar todo mecanismo de discriminación. Marielos Monzón debe tener alguna razón para expresar un pensamiento progresista, como sucede con muchísimas personas en este país y en el resto del mundo. De hecho, quienes salen a protestar a las calles –los de blanco, los de caites y las de huipil- tienen todos motivos suficientemente rotundos para hacerlo. En Guatemala no hay justicia, el Estado no garantiza la vida de nadie, la corrupción se pasea impunemente por los pasadizos de las oficinas públicas, privadas, de los bancos y las empresas, porque así ha sido establecido desde hace ya muchos años. Los ataques en contra de esta periodista, cuya inclinación ideológica la coloca al parecer en gran peligro aún cuando la Guerra Fría se quedó en el siglo pasado, no tienen nada de sorprendente. Constituyen la reacción desesperada de un sector bien identificado de ciudadanos cuya ambición es mantener la estructura feudal y profundamente rezagada característica del subdesarrollo, porque eso les permite conservar sus privilegios con un mínimo esfuerzo. Claro que no todo conservador es tan torpe como quien presume de su machismo a ultranza al amenazar con el renacimiento de los siniestros grupos paramilitares del pasado. De hecho, su torpeza e ignorancia se reflejan en el desconocimiento de que esos grupos nunca fueron disueltos, sus integrantes jamás fueron condenados y sus herederos estratégicos –porque los originales ya caducaron por viejos- continúan dando guerra en la Guatemala actual. Marielos, al igual como Margarita Carrera, Silvia Tejeda, Magalí Rey Rosa, Silvia Gereda o Rosalinda Hernández, escribe como lo hace porque es una mujer con convicciones sólidas, profundamente identificada con su pueblo al que conoce y respeta. El mundo ha dado muchas vueltas ya desde que se podía callar la voz de la prensa con amenazas y bravuconadas. Soñar con un sistema democrático en el cual impere la justicia, la equidad y a partir de ahí actuar en consecuencia, ya ha dejado de ser un pecado mortal. Y no tenemos por qué confesarnos culpables al hacerlo.

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