sábado, 8 de agosto de 2009

Mi amazonia y la tuya

Estamos muy cerca del cataclismo ecológico como para tomar distancia de lo que sucede en el vecindario. Pongámoslo en perspectiva geográfica: Guatemala cabe 8 veces en el territorio que ocupa la Amazonía peruana. Esta región privilegiada del planeta –cuya extensión total es de aproximadamente 6 millones de kilómetros cuadrados- posee la mayor diversidad en flora y fauna, constituyéndose así en un inmenso filtro purificador del aire y en una reserva de especies única en el mundo. Esta riqueza insuperable es precisamente su condena a muerte. En un mundo dominado por una insaciable tendencia mercantilista a sacar provecho de todo, aquí y ahora, los grandes capitalistas han decidido apoderarse de este magnífico patrimonio natural para explotarlo hasta acabar con él. Desde 1970 hasta hoy, es decir, en poco menos de 40 años, el territorio amazónico ha perdido más de 600 mil kilómetros cuadrados de bosque nativo, exterminándose de manera simultánea el hábitat de miles de especies animales y vegetales indispensables para la conservación del equilibrio natural. Ésta ha sido la razón fundamental de las protestas de los indios que habitan la región amazónica peruana contra el gobierno de Alan García, cuyas concesiones en el texto del TLC con Estados Unidos abren esa riqueza ecológica y la exponen a la explotación de las multinacionales, poniendo en peligro no sólo sus recursos y su biodiversidad, sino también la integridad de las comunidades autóctonas. No es preciso hacer un gran esfuerzo para comprender la frustración de esa población, acusada de terrorista, de subversiva y de enemiga del progreso, al igual que lo han sido los ciudadanos guatemaltecos opuestos a las operaciones de la mina Marlin. La destrucción no es un prejuicio, está ahí a la vista y representa una de las peores amenazas para el futuro del planeta y no sólo una agresión injusta e innecesaria para sus habitantes actuales. El tema de la defensa de los recursos naturales y la biodiversidad está actualmente en la agenda de todos los gobiernos del mundo. La lucha por hacer respetar los derechos de las comunidades indígenas, también. Entonces, esas negociaciones ilegítimas de algunos gobernantes poco éticos deberían ir a una corte internacional creada específicamente para tratar estos temas que nos atañen a todos por igual. El día que desaparezca la capa de ozono, cuando se extingan las fuentes de agua y se contaminen las tierras agrícolas, cuando por fin despertemos a esta insana fiebre de consumismo y contaminación en la cual estamos inmersos, podría ser muy tarde para salvar nuestra vida y la de nuestros descendientes. Por eso hay que pronunciarse en contra de la destrucción de la Amazonía peruana, porque en ella también está nuestro futuro.

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