miércoles, 18 de septiembre de 2013

Falsos cristianos

Mentir amparándose en íconos sagrados, es un acto deleznable.

La manipulación de la fe, el aprovechamiento de íconos sagrados para aparentar integridad moral y una espiritualidad no demostradas en otros actos de la vida, constituye una ofensa grave, pero sobre todo una demostración del poco o ningún respeto que inspiran, a los líderes políticos y empresariales, las doctrinas religiosas y también quienes creen en ellas.

No es necesario ser un fervoroso creyente para darse cuenta de que esa mixtura entre política, negocios y espiritualidad no se ve bien. Suena a falsedad por sus cuatro costados y si, además, se escarba en el historial de los protagonistas, resulta obvio que ahí no hay atisbo de autenticidad.

Orar por la paz, la seguridad y la prosperidad de Guatemala no tiene nada de malo. Pero que lo hagan públicamente quienes con sus decisiones han llevado al país a una situación de insostenibilidad en esos precisos temas, es francamente contradictorio. Las oraciones, en este caso, serían más pertinentes si provinieran de quienes se han visto afectados por las acciones de sus líderes, como por ejemplo quienes reciben por su trabajo menos del salario mínimo en las empresas y fincas de los pomposos personajes de la foto y sin que el Estado los proteja.

Se justificaría más si apelaran a la divinidad todas aquellas mujeres que hoy o mañana van a morir de parto y enfermedades prevenibles, si lo hicieran las niñas víctimas de la redes de trata, las cuales son amparadas por la corrupción en todos los niveles de la administración pública. Y, por supuesto, la niñez desnutrida desde antes de nacer.

El cristianismo es una doctrina cuyos fundamentos se afincan en las mejores cualidades humanas. Otra cosa son las iglesias como instituciones -cuyos intereses muchas veces van en dirección opuesta a la esencia de su credo- pero el mensaje original demanda respeto por el prójimo, honradez absoluta, generosidad, comprensión.

Es de preguntarse, entonces, si quienes acudieron a la convocatoria viven bajo estas premisas de manera puntual y comprobable. Si pagan puntualmente sus impuestos sin derivar sus ganancias hacia cuentas en paraísos fiscales. Si cumplen en sus empresas con lo especificado en las leyes, si las acatan en cada momento de su vida pública y privada haciendo lo correcto de acuerdo con los mandatos de la fe que dicen profesar.

Si ante una oportunidad de negocio se atienen a la ética y rechazan el soborno y la manipulación. Si son fieles y respetuosos hacia la persona con quien comparten su vida. Si realmente pueden invocar el nombre de Jesucristo sin que se les crispe la conciencia.

La ciudadanía ha soportado y continúa soportando una presión cada vez más intensa. Su seguridad y la de su familia están en riesgo constante, así como su estabilidad laboral. Todo esto derivado de malas administraciones, de personas cuyas ambiciones han sobrepasado todo lo imaginable, aunado su actuar a la ineficacia de sus políticas y a una constante variación en el rumbo de su gestión. En esta nueva y desafortunada variación de la estrategia de imagen, el parangón con los mercaderes del templo resulta inevitable.

(Publicado el 26/08/2013)

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