domingo, 17 de julio de 2011

Pago por participar

Publicado el 18/06/2011

A menos que se legisle sobre el financiamiento de los partidos, no habrá igualdad. 


La única forma de garantizar igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos –hombres y mujeres, ladinos e indígenas- en posiciones de decisión dentro de las organizaciones políticas y en los listados para ocupar cargos de elección popular, es regular de manera efectiva y estricta el dinero que ingresa a las arcas partidistas y las condiciones que estas entidades imponen a sus afiliados.

Una de las razones para la escasa participación femenina en la contienda electoral actual es, precisamente, la poca capacidad de compra de espacios políticos. En una sociedad democrática resulta grotesco que los partidos exijan enormes cantidades de dinero a cambio de un lugar en los listados de candidatos. Eso solo garantiza que el Congreso y las alcaldías estarán condicionados por compromisos ajenos al interés de la Nación y sus iniciativas serán orientadas a pagar los favores de sus financistas.

En Guatemala, el sector más pobre de la sociedad es el femenino y, si queremos ser más específicos, el femenino, indígena y rural. Esto marca una frontera prácticamente insalvable para aquellas lideresas del interior del país capaces de contribuir al desarrollo de sus comunidades pero que no tienen con qué pagar la cuota que les exigen las organizaciones políticas para “hacerles el favor” de incluirlas.

Son múltiples las voces que se alzan en contra de la igualdad de oportunidades para la mujer, oponiéndose de manera enfática al establecimiento de cuotas y de un trato igualitario que le permita a este importante sector tener acceso a cargos de elección popular y a posiciones relevantes dentro de los partidos. Los argumentos abundan, pero la realidad es mucho más elocuente. Con un Padrón Electoral integrado mayoritariamente por mujeres, se espera que en el próximo período habrá menos presencia femenina en el organismo legisativo y casi ninguna en las alcaldías, lo cual actúa en desmedro del sistema democrático que se pretende consolidar.

La influencia del capital –de orígenes conocidos o no- en los procesos electorales, es un tema toral en el momento que vive Guatemala. Dada la debilidad de las instituciones y la falta de control sobre el origen de los grandes capitales, se ha ido delegando el poder político a individuos cuyo único interés es acumular dinero y poder en desmedro del futuro nacional.

Es probable que en Guatemala nunca se haya visto tales cantidades de dinero invertidas en propaganda política, pero tampoco jamás se había observado semejante nivel de pobreza y desnutrición afectando a casi el 80 por ciento de la población. Si esto no habla por sí solo y no convence a los diputados de tomar las decisiones correctas, entonces nada logrará hacerles recapacitar y corregir los errores que tanto dolor y muerte le cuestan a sus electores.

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