sábado, 17 de noviembre de 2007

Responsabilidad compartida

La complejidad de las sociedades actuales obliga a mantener sistemas de información masiva eficientes y responsables para tomar decisiones acertadas. Esta semana fui invitada a la entrega del informe final sobre monitoreo de medios, realizado durante 2007 por la agencia de noticias La Nana, organización dedicada a temas de niñez y adolescencia. Además de la notable ausencia de periodistas y representantes de medios de comunicación, me llamó mucho la atención el resultado mismo de ese monitoreo, porque aún cuando la prensa nacional ya empieza a incluir estos temas en su agenda noticiosa, todavía falta profundidad en la manera de abordarlos, lo cual redunda en sensacionalismo y no aporta soluciones. La responsabilidad de la prensa en el cambio hacia una sociedad con orientación democrática y hacia la eliminación de las barreras de discriminación y prejuicios en el tratamiento de la noticia, es enorme. Precisamente por esa razón preocupa su indiferencia hacia aquellas fuentes de información que la podrían orientar mejor respecto a la percepción de sus audiencias. Durante la misma semana recibí una invitación de la Vicepresidencia de la República para la presentación del estudio de casos sobre 553 homicidios cometidos en 2005-2006 y el desempeño del sistema de justicia, elaborado por un equipo independiente coordinado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos y financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional. Los resultados de este importantísimo trabajo merecen un análisis aparte. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar la indiferencia de los medios de comunicación por conocerlo de primera mano. Sin exagerar, acudimos apenas media docena de periodistas a la presentación, a pesar de que la prensa nacional ha hecho de la impunidad, la ineficiencia del Ministerio Público, del sistema de administración de justicia y de la Policía Nacional Civil, toda una agenda noticiosa per se. Los comunicadores tenemos algunos privilegios –entre ellos el acceso a fuentes de información vedadas al grueso de la población y la posibilidad de publicar nuestros hallazgos- pero también la obligación fundamental de mantener informada a la población de manera responsable y veraz. Todos sabemos que lo que no se publica, por alguna misteriosa razón, parece no existir. Ésa fue la experiencia de décadas de silencio, mordaza e impunidad, durante las cuales se obligó a los periodistas a callar por miedo o por la fuerza. Debemos comprender que si la sociedad no recibe insumos informativos de primera calidad, disminuye ostensiblemente su capacidad de participar en las decisiones que la afectan y de incidir en el rumbo de su propio destino. Democracia plena, ése es el tema al cual todos debemos contribuir con eficacia y transparencia.

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