sábado, 14 de noviembre de 2009

Complicidad oficial

¿Por qué en lugar de aumentar impuestos no recuperan lo robado? Eso bastaría para financiar el gasto público.

A Paredes prácticamente lo absolvieron. Sólo pagó 1 millón de fianza y conservó a buen resguardo todo el dinero defraudado al fisco por concepto de derechos aduanales, más lo que probablemente hizo en negocios con los gobiernos anteriores, en especial el de Portillo. Dicen las publicaciones de prensa que el Ministerio Público calcula su fortuna en unos 2 mil millones, pero veinte años de impunidad fueron borrados de un plumazo porque la ley no es suficientemente explícita para condenar esos delitos.

Ahora el gobierno pretende aumentar impuestos. Aún haciéndose pública la asignación de miles de millones de quetzales a empresas fantasma o compañías que sólo figuran en papel, no suficientemente legítimas como para operar con recursos del Estado, ahí van los cheques pagados con los tributos que al pueblo le están costando mucho más de lo obtenido por su esfuerzo.

El colmo es el silencio sobre los más evidentes y descarados casos de corrupción, como el del Crédito Hipotecario Nacional, la quiebra de los bancos privados, los fondos del Congreso de la República –cuyo responsable principal todavía ocupa una curul- y otros desfalcos a los cuales se les ha tendido un conveniente manto de silencio, porque los implicados probablemente llegan hasta las máximas alturas de la cúpula del poder.

Los decomisos de droga son otro tema singularmente manipulado. Se sabe que uno de los procedimientos para aceitar el paso de la droga en los países-corredor, como Guatemala, es el dinero contante y sonante que la acompaña. Cuando se habla de miles de toneladas, esos billetes constituyen sin duda un volumen significativo de la carga.

Sin embargo, en los decomisos de droga los dólares brillan por su ausencia. Es pertinente preguntarse ¿quién se queda con ellos? ¿entre cuántos se los reparten? Y, obviamente, ¿qué tan alto llega esa distribución de beneficios marginales?

En Guatemala el dinero no es lo que hace falta, lo que se necesita es un gobierno limpio, capaz de administrar los recursos de manera eficiente, efectiva y transparente sin hacer muecas cada vez que se le exigen cuentas. Un Congreso que cumpla con su papel fiscalizador y no se escude tras su inmunidad para concertar acuerdos oscuros y obtener beneficios personales a costa del pueblo.

La sociedad ya comienza a organizarse, pero aún le falta mucho para alcanzar el nivel de participación que requiere un proceso democrático verdadero. Las organizaciones de mujeres –que en otros países han tomado el toro por los cuernos- deben conformar un frente unido y evitar diluir su fuerza en una competencia mutua, estéril y destructiva. Hoy no se trata de adquirir protagonismo, sino de vencer en la lucha contra la impunidad, el abuso, la discriminación y todas esas lacras a las cuales los actuales dueños del poder son tan aficionados.

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