sábado, 26 de septiembre de 2009

Maíz seco

Es vergonzoso que la cooperación internacional tenga que prestar los fondos para financiar el plan de seguridad alimentaria y nutricional. No parece llamar la atención de nadie, pero en un país democrático se supone que los programas básicos de atención a la población de escasos recursos provengan de fondos públicos y no de la limosna internacional. Para reunir esos fondos, debería establecerse un sistema adecuado y estricto de recaudación fiscal que en Guatemala es, simplemente, una utopía. Durante el proceso de las negociaciones para la firma de la paz, hace ya más de una década, la comunidad internacional planteó su preocupación por el hecho de que los fondos destinados a ayudar a Guatemala vinieran de los contribuyentes de sus respectivos países, mientras los grandes capitales guatemaltecos evadían su contribución al fisco. Es decir, que paguen los contribuyentes extranjeros lo que los chapines no quieren aportar. Lo mismo se puede deducir de la situación actual: una sequía prolongada que ha transformado los campos de cultivo en un estéril paisaje de ramas secas, con el pronóstico de posible pérdida de la segunda cosecha del año lo cual, según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, coloca a Guatemala en una situación de riesgo extremo para la población de la casi totalidad de los departamentos del país. El comportamiento de ciertos países se asemeja, en muchos casos, al de algunos individuos: les resulta más cómodo echar mano del crédito que poner en orden sus finanzas, recaudar impuestos, recuperar fondos robados y enderezar su presupuesto para colocarlo a la par de sus expectativas de desarrollo. Como las deudas traen un período de gracia, será el siguiente período de gobierno el que cargará con el fardo de los intereses, y éste a su vez lo echará sobre los hombros de la población. Es más que evidente que la supuesta social democracia del gobierno actual no resiste el menor análisis. La muchas veces anunciada crisis explotó y los ministerios a cargo de los temas de alimentación y salud no pudieron enfrentarla. Grandes cantidades de dinero se habían comprometido ya en los programas proselitistas de la esposa del Presidente y entonces resultó más fácil hacerse la víctima y pedir ayuda a los países amigos. En este mes de la patria mucho se ha hablado de independencia y dignidad, pero éstos son conceptos ausentes en el proceder de una administración que ha sido capaz de condenar al hambre y a la muerte por inanición a millones de seres humanos, en su afán por respetar compromisos con financistas de campaña y con el sector que siempre ha tenido la sartén por el mango.

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