sábado, 30 de mayo de 2009

Amenazadas

(Publicado el 11/05/2009 en Prensa Libre) La acción valiente y decidida de algunas mujeres, quienes enfrentan la amenaza constante de grupos clandestinos, ha cambiado la faz de Guatemala. Los mensajes amenazadores contra las activistas de derechos humanos Iduvina Hernández y Claudia Samayoa, representantes de SEDEM y UDEFEGUA, confirma la efectividad de su trabajo y ratifica la importancia de unir a la sociedad en torno a su plataforma de lucha, dado el impacto que comienza a tener en los grupos armados semi clandestinos. La confrontación entre defensores de derechos humanos y organizaciones de corte golpista no es un asunto de izquierdas políticas. Es un tema para todas y todos los ciudadanos conscientes de que, sin una estructura limpia capaz de hacer funcionar la democracia, vamos todos juntos al fracaso. La actitud casi suicida de las mujeres guatemaltecas –aquellas que sin garantía ni padrinazgo alguno se han alzado contra la violación de los derechos de todos- merece ser reconocida no sólo por romper el silencio y la sumisión, sino por haber cambiado el rumbo de la historia nacional. De esa perseverancia, comprometida única y exclusivamente con la justicia, han surgido sentencias paradigmáticas contra altos oficiales del ejército, quienes amparados en su inmenso poder abusaron de él sin obstáculo alguno. Aún cuando estas lideresas han contado, por supuesto, con el apoyo de hombres dignos y conscientes de la necesidad de un cambio en las estructuras de poder, fueron punta de lanza en la lucha contra la impunidad. Por ello hoy constituyen un blanco perfecto para los esbirros que aún se escudan tras las redes institucionales, decididos a detener los procesos de investigación de los actos criminales de los cuales son culpables. En países como los nuestros, la imagen delicada y vulnerable de la femineidad, tan típica de los estereotipos paternalistas, debe revisarse. La entereza de la mujer guatemalteca es digna de admiración y respeto, comenzando por aquellas madres-niñas capaces de mantener a su familia con enorme esfuerzo personal y sin apoyo alguno, hasta las brillantes profesionales que han puesto en jaque a lo más granado del crimen organizado existente dentro y fuera de las estructuras del Estado. El trabajo de Claudia Samayoa e Iduvina Hernández, así como la incansable labor de otras muchas lideresas de las áreas urbanas y de las comunidades del interior de la República quienes, decididas a cambiar la faz violenta de Guatemala se han unido contra el abuso y la impunidad, está dando frutos. De ahí el miedo que reflejan las amenazas proferidas en su contra, los ataques y las intimidaciones. Unir filas es lo que resta por hacer.

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