domingo, 21 de junio de 2015

Conocimiento es poder

La prensa es uno de los recursos más valiosos de la democracia.

Comprendo bien el aburrimiento provocado por ciertos temas porque, de tan repetitivos, se vuelven transparentes en la mente de las personas. Algunos son auténticas piedras de toque, valiosos recursos para el debate y el crecimiento intelectual o para el desarrollo de la democracia, pero esa cualidad no los hace más tolerables para audiencias saturadas de mala política, violencia y en permanente contacto con un ambiente agresivo en muchos aspectos.

Por eso resulta tan difícil determinar hasta dónde insistir sobre ciertas situaciones cuyo impacto reiterado provoca más rechazo que interés. Una de ellas es la violencia criminal, cuyo protagonismo ha marcado las páginas de los diarios y los medios digitales de manera constante, al punto de que no falta quien culpe al mensajero por las malas noticias en lugar de analizar cómo ese flujo noticioso permite conservar el balance del sistema democrático.

En épocas de dictadura, cuando la prensa es el primer objeto de la represión y la censura, la falta de información crea en la población la falsa idea de que nada sucede. Cuando transcurren los años, las décadas, y la gente comenta sobre tiempos pasados, se tiende a construir una imagen distorsionada basada en esa carencia de conocimiento sobre los sucesos reales de un tiempo determinado. Así se obtiene una visión de seguridad o estabilidad totalmente irreal. La memoria colectiva es de corto alcance y ese factor se acentúa de manera notable en una sociedad cuyas mayorías menos favorecidas están alejadas de las fuentes de conocimiento y estudio. Cuando ese es el caso, esa memoria sencillamente desaparece.

Por eso es tan importante recuperar y mantener la libertad de prensa y de pensamiento, porque el conocimiento es una palanca de poder y pertenece a toda la ciudadanía como un derecho humano fundamental. La represión política contra la prensa y muy especialmente en contra de algunos comunicadores demasiado acuciosos en el ejercicio de su profesión, ha sido sustituida en muchos casos por la intimidación que ejercen diversos grupos de poder, tanto fuera como dentro de la ley, usualmente de gran influencia en los sectores político y económico.

Sin embargo, a muchos les exaspera conocer los detalles de su propia realidad. Este tema es tan complejo como para ser objeto de un tratado de psicología de masas. Por un lado y gracias al extenso uso de la tecnología, se produce una vertiente de comentarios, protestas virtuales, y un intenso ejercicio del debate por medio de las plataformas digitales, todo ello como una especie de catarsis. Pero es una catarsis condenada a permanecer en la nube, a ser un escape necesario para que esa frustración no se traduzca en acciones concretas. Por otro lado, está el rechazo a informarse como una manera de evitar las emociones derivadas de un entorno hostil, en crisis progresiva.

Es importante señalar que así como existe el derecho de saber, también está el de comunicar y quienes lo ejercen realizan una labor de servicio para toda la sociedad. Proteger a la prensa y a sus miembros es, por lo tanto, una medida urgente y necesaria con el fin de preservar no solo su integridad, sino también el equilibrio democrático que tanto ha costado construir.
elquintopatio@gmail.com

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