sábado, 21 de marzo de 2009

La fuente de la vida

Guatemala es un país rico en recursos hídricos, pero sólo los más afortunados tienen derecho a un servicio regular de agua. Uno de los mayores problemas para la distribución de agua potable es, obviamente, la falta de redes de aprovisionamiento, lo cual a su vez es producto de las deficiencias en la realización de los planes de desarrollo nacional planteados una otra vez por los partidos políticos. De acuerdo con la entrevista publicada por el vespertino La Hora con el presidente del Infom, también estarían por colapsar las plantas de tratamiento de agua de los cascos urbanos en la mayoría de los 333 municipios del país, lo cual define un escenario catastrófico si se toma en cuenta que sin agua, la vida se extingue. Siete millones y medio de guatemaltecos carecen del servicio de distribución del líquido a través de una red de tuberías, fue la denuncia más grave del funcionario. A ello se podría añadir que quienes sí lo reciben, están expuestos a problemas de salud por la contaminación de las fuentes originales, por la rotura de cañerías obsoletas y por la falta de control del vertido de químicos industriales y desechos residenciales en lagos, ríos y manantiales. El tema del agua está en la agenda internacional desde hace ya muchos años. Sin embargo, han sido muy pocas las iniciativas tendentes a establecer parámetros de uso racional, limitación del desperdicio y distribución equitativa de este recurso indispensable para la supervivencia. La cifra de 7.5 millones de guatemaltecos privados de este elemento vital para su subsistencia, no debería sorprender en un país ubicado a la zaga del desarrollo humano en la región, pero cuyas cifras macroeconómicas no están nada mal en comparación con las de otras naciones de América Latina. Es preciso poner también estos números en perspectiva de género, porque a simple vista se puede observar cómo afecta la falta de agua tratada y entubada a las mujeres y a la niñez de los sectores pobres, cuyos indicadores de mortalidad causada por diarrea muestran con claridad meridiana su impacto en la salud del segmento de la población tradicionalmente rezagado y marginado de los planes de desarrollo. Es imperativo que el gobierno comience a poner atención a esta situación dramática que vive la mitad de los habitantes de Guatemala. Que aproveche la experiencia y las investigaciones de organismos internacionales y universidades, demostrando voluntad política y conciencia social al dar prioridad al tema del agua desde todas sus perspectivas. De este modo no sólo se beneficia de manera directa la salud de millones de habitantes, sino también se recupera la visión de Nación necesaria para hacer política desde una plataforma incluyente y esencialmente democrática.

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