domingo, 13 de mayo de 2007

Ahora que aprendi


No tenía idea de cómo subir imágenes. Pero aprendí, como aprendí a hacer un blog -no conocía ni siquiera el término hace un par de años- y como aprendí a usar los misteriosos recursos de mi Treo 650. Pero eso no es lo más importante. Mi convicción de tener un espacio para mi propio placer, eso sí es importante. Aquí podré compartir (conmigo misma, si es que nadie descubre dónde estoy) lo que nunca escribí, lo que nunca dije por no ofender la acentuada sensibilidad de mis vecinos de planeta.
Ya veremos...

Mientras tanto, otra imagen de las que tanto me gustan. El volcán Osorno, de nuestro último viaje al sur de Chile.

Carolina 2006

Presentacion anterior

Mi absoluta ineficacia para utilizar adecuadamente y con suficiente certeza todos los recursos del blog, me hicieron perderme en un laberinto de links e instrucciones que me dejaron totalmente idiotizada. Eso significa que sin duda he dejado dos blogs en el universo informático, uno de los cuales se quedará en ese limbo (perdón, Benedicto, pero para mí aún existe esa masa nubosa de forma indefinida) de donde no creo poder recuperarlo. Así es que ahora que me decidí a darle vida al otro, copiaré una breve presentación que hice para mi primera aventura blogística. El título de este blog es el mismo que ha llevado mi columna de opinión durante más de quince años. Sin embargo, mi ejercicio del periodismo escrito ha llegado ya al cuarto de siglo, representando la actividad central de mi vida y el canal a través del cual he expresado con mayor claridad mi pensamiento. Hoy he decidido lanzar palabras a esta intrincada red informática la cual, vista desde mi perspectiva, parece un laberinto lleno de sorpresas y de vericuetos oscuros. Pero ahí voy y espero tener la suficiente paciencia y entereza para mantener y acrecentar esta oportunidad de comunicación. Al fin y al cabo, se me brinda gracias a esa misma tecnología que ha entrado solapadamente y sin esfuerzo en mi escritorio y en mi vida para darme las herramientas que necesito en función de un trabajo que traspasa a diario todas las fronteras físicas. En este blog publicaré artículos sobre los temas más dispares. Muchos de ellos, anclados en la realidad que nos rodea en América Latina, pero impregnados de una casi ridícula esperanza de cambio. Otros más lúcidos, simplemente describen el mundo pequeño de la corrupción y la mediocridad que se ha entronizado en estas repúblicas de tercero y cuarto mundos. En cualquier caso, espero recibir comentarios y quizás entablar uno de esos diálogos abiertos provocados por el intercambio de ideas entre seres humanos que no siempre tienen que coincidir en todo.

Mi derecho a no estar

Este ha sido uno de los artículos más lúcidos que escribí en 1999, hace ya un tiempo prudente como para releerlo... 05/07/1999 No sólo hemos perdido parte del espacio vital, sino estamos siendo invadidos por aparatos que ponen en serio peligro nuestro derecho a la privacidad. Al principio fue el teléfono. El desquiciante riiing riiing, insistente e impositivo, nos obligaba a contestar aunque no quisiéramos, porque quizás era urgente aunque en el fondo sabíamos que lo más probable es que se tratara de una llamada sin importancia y sólo nos quitaría tiempo. Ahora ya no es únicamente el teléfono. Es el localizador electrónico que suena todo el día y, cuando no lo estamos oyendo, de todos modos sabemos que ya debe tener una larga fila de mensajes en espera de respuesta. Y además el celular nos persigue porque se lo permitimos. El aparatito que al principio, cuando comenzó la moda, nos daba estatus, porque… ¡no tener uno era inconcebible!, ahora nos condiciona la vida entera. Si damos el número, en el fondo sabemos que nos comprometemos a estar localizables las veinticuatro horas del día para cualquier insignificancia que se le antoje al depositario de tal desproporcionada muestra de confianza. Si no lo damos, al menos otorgamos el privilegio de ser localizados a través del biper como una concesión de segunda categoría, o al número directo de la oficina que, a estas alturas de la intimidad comunicacional, a nadie le parece interesante. Pero la cosa no se detiene ahí. También está la sutil intromisión del correo electrónico, el cual ya tenemos en casa y en la oficina porque hay que revisarlo con suficiente frecuencia para que no se nos vaya a escapar ni un solo mensaje, pese a que ya nos han incluído en listados de información sobre compras de helicópteros franceses por Internet, en otras ofreciendo información sobre la legislación de los esquimales y alguno con noticias frescas de la asociación de pescadores con arpón. No quiero decir con esto que el correo electrónico sea malo, en absoluto. Reconozco que nos permite mantenernos en contacto con mucha gente a la que no le escribíamos desde que dejó de funcionar el correo, y eso ya nos remonta a la prehistoria. Es, simplemente, que el email se ha transformado en una peligrosa dependencia comunicacional más a la cual tendremos que encontrarle pronto el antídoto, antes de ser engullidos por completo. Ahora resulta que ha salido al mercado un servicio nuevo, con todo este hermoso abanico de comunico-condicionantes en un solo flamante paquete de alta tecnología. Así, nos pondremos a la punta de la vanguardia –aunque aún no tengo una idea muy clara de para qué queremos estar en esos superpoblados extremos del espectro- y podremos recibir mensajes de biper, correo electrónico y teléfono celular y encima, contestar a todos los que nos llaman, conocidos o desconocidos, simplemente accionando un diminuto teclado incluído en el mismo mágico aparatito. ¿No será mejor comenzar a recuperar el espacio privado y simplemente dosificarnos, como lo hacíamos cuando la fiebre llegaba a un nivel normal de dependencia? Quizás si volvemos a contestar el teléfono en casa y en la oficina, a las horas normales para estar en casa y para trabajar en la oficina, logremos recuperar la cordura.

Mirada retrospectiva

¿Recuerdan lo que sucedía en diciembre de 2003, después de las elecciones generales? Echen una miradita al panorama de entonces y vean cuánto se parece al actual. Las imágenes de 2003 son un resumen de los desafíos de 2004 Es de suponer que la segunda vuelta transcurrió en calma y que ya comenzó la cuenta regresiva para la transmisión de mando (escribí esto el sábado a mediodía). Hoy ya hay nuevo presidente. Algunos estarán deprimidos, otros muy felices, pero lo importante es que Portillo y el FRG se alejan, transformándose en un lunar más de la negra historia nacional de la corrupción y el abuso. Durante estos días la prensa se ha dedicado a resumir en imágenes y breves reseñas lo más importante del año que termina. Ahí hemos podido ver reflejada la violencia imparable contra las mujeres, contra la sociedad civil, contra el estado de Derecho, contra la niñez y contra los derechos humanos en general. También ha quedado impreso el ambiente de tensión internacional, la guerra en Irak y las estratagemas de Bush para apoderarse del mundo, mientras Europa trata en vano de alcanzar un protagonismo digno de su antigua reputación de continente colonialista. Pero además de lo que hace el hombre contra sí mismo y sus semejantes, es profundamente preocupante el daño irreparable que le está ocasionando al ambiente en que vive, al planeta que alguna vez fue verde y ahora luce desértico y agotado. Dicen que los grandes avances de la Humanidad están hechos de pequeños pasos. Por eso es de vital importancia que el gobierno que asumirá el 14 de enero comprenda que sus acciones, aunque parezcan insignificantes dentro del contexto mundial, tienen un impacto decisivo en el corto y mediano plazo sobre la calidad de vida y las perspectivas futuras de este país. De ahí que es imperioso llamar la atención de los futuros funcionarios para que analicen cuidadosamente y con un criterio absolutamente apegado al interés nacional, todos los contratos, acuerdos y tratados en que se haya comprometido al Estado durante los últimos cuatro años, ya que muchos de ellos, si no la mayoría –como los contratos de exploración petrolera- son una condena a muerte para las posibilidades futuras de Guatemala y sus habitantes. Siempre creí que la vocación de esta tierra maravillosa está en el turismo, en el cultivo de bosques y en la exportación de productos de alta calidad como las flores, las artesanías, el café y las hortalizas, entre muchos otros. Su desarrollo económico y social, por lo tanto, depende de una visión integral de su potencial agrícola, industrial y comercial pero no con una perspectiva segmentada para favorecer a pequeños grupos de poder, sino con políticas incluyentes que permitan a los futuros gobernantes cumplir promesas en las cuales probablemente nunca creyeron. elquinto@intelnet.net.gt

Estoy de regreso...

No imaginé cuán personal es la creación de un blog hasta que recorrí muchos de ellos en toda la red. Al final de cuentas, es una especie de conversación multitudinaria en diferido... Nadie -o muy pocos- se conoce, pero todos intentan comunicarse y el resultado es una inmensa torre de Babel en cualquier idioma, con toda la diversidad de conceptos, ideologias y humores posibles. ¡Excitante! Iré desgranando algunos de mis antiguos artículos. Quise condensarlos en una especie de libro, hasta que me dí cuenta de que eso no sería más que un plagio de mí misma y una fenomenal oda al ego. No sé todavía si he renunciado al ego o a la idea del libro, pero sin duda lo dejaré para más adelante, cuando esté verdaderamente aburrida de leer mis propios pensamientos. Hoy exploraré en mis archivos y sacaré algunas cosas de entre mis cachivaches...